Una amiga dijo, exagerando, que el blog se volvió un diario íntimo. Bueh, no creo que sea por esto o por esto. A su pedido y para retomar los pensamientos oscuros va una de las Mil mesetas.
Todo veraneo, me quede, me vaya por ahí, tomo una de esos libros deseosos. Deseosos de extensión, deseoso de pretensión, deseoso de deseo. Al fin y al cabo, las ideas son atractivas. A Perú me llevé Ser y tiempo. A veranos pinamarenses La guerra del fin del mundo y Crimen y castigo. A Tucumán y Salta Tiempo y narración. Dijimos que leer es un viaje, nos dijeron. Bueno, cuando elijo un viaje y su libro, la elección se basa en su constraste, en su imposibilidad. ¿Se puede pensar la relación del tiempo y el ser en el medio de los andes cuzqueños? ¿Qué puede decir Heidegger de la catedral de Cuzco? Y si se trata de la costa argentina, qué decir de Raskolnikov o de El consejero. Y más allá de la incongruencia del espacio y el libro, lo que me libera es la lectura sin presiones académicas, sin mediación. Somos el calor, vos, el lenguaje y yo. Y entonces, las grandes teorías toman, a veces, un giro ficcional. Rozan lo fantástico.
Cuestión que este verano aporteñado, más allá de la traducción que me persigue y del capítulo de libro que no me deja dormir, tocó Deleuze. Leer "Rizoma", por ejemplo, es hacer una especie de terapia para quienes la primera materia de Letras fue un laberinto. Pero como todo lo siniestro, hay algo del regodeo. Y aquí estamos pensando rizomas. Y aquí, para mi amiga Lu, un fragmento.
¿Cómo no iban a ser relativos los movimientos de desterritorialización y los procesos de reterritoialización, a estar en constante conexión, incluidos unos en los otros? La orquídea se desterritorializa al formar una imagen, un calco de avispa; pero la avispa se reterritorializa en esa imagen. No obstante, también la avispa se desterritorializa, deviene una pieza del aparato de reproducción de la orquídea; pero reterritorializa a la orquídea al transportar el polen. La avispa y la orquídea hacen rizoma, en tanto que heterogéneos. Diríase que la orquídea imita a la avispa cuya imagen reproduce de forma significante (mímesis, mimetismo, señuelo, etc.). Pero eso sólo es válido al nivel de los estratos - paralelismo entre dos estratos de tal forma que la organización vegetal de uno imita a la organización del otro-. Al mismo tiempo se trata de algo totalmente distinto: ya no de imitación, sino de captura de código, plusvalía de código, aumento de valencia, verdadero devenir, devenir avispa de la orquídea, devenir orquídea de la avispa, asegurando cada uno de esos devenires la desterritorialización de uno de los términos y la reterritorialización del otro, encadenándose y alternándose ambos según una circulación de intensidades que impulsa la desterritorialización cada vez más lejos. No hay imitación ni semejanza, sino surgimiento, a partir de dos series heterogéneas, de una línea de fuga compuesta de un rizoma común que ya no puede ser atribuido ni sometido a significante alguno.
Todo veraneo, me quede, me vaya por ahí, tomo una de esos libros deseosos. Deseosos de extensión, deseoso de pretensión, deseoso de deseo. Al fin y al cabo, las ideas son atractivas. A Perú me llevé Ser y tiempo. A veranos pinamarenses La guerra del fin del mundo y Crimen y castigo. A Tucumán y Salta Tiempo y narración. Dijimos que leer es un viaje, nos dijeron. Bueno, cuando elijo un viaje y su libro, la elección se basa en su constraste, en su imposibilidad. ¿Se puede pensar la relación del tiempo y el ser en el medio de los andes cuzqueños? ¿Qué puede decir Heidegger de la catedral de Cuzco? Y si se trata de la costa argentina, qué decir de Raskolnikov o de El consejero. Y más allá de la incongruencia del espacio y el libro, lo que me libera es la lectura sin presiones académicas, sin mediación. Somos el calor, vos, el lenguaje y yo. Y entonces, las grandes teorías toman, a veces, un giro ficcional. Rozan lo fantástico.
Cuestión que este verano aporteñado, más allá de la traducción que me persigue y del capítulo de libro que no me deja dormir, tocó Deleuze. Leer "Rizoma", por ejemplo, es hacer una especie de terapia para quienes la primera materia de Letras fue un laberinto. Pero como todo lo siniestro, hay algo del regodeo. Y aquí estamos pensando rizomas. Y aquí, para mi amiga Lu, un fragmento.
¿Cómo no iban a ser relativos los movimientos de desterritorialización y los procesos de reterritoialización, a estar en constante conexión, incluidos unos en los otros? La orquídea se desterritorializa al formar una imagen, un calco de avispa; pero la avispa se reterritorializa en esa imagen. No obstante, también la avispa se desterritorializa, deviene una pieza del aparato de reproducción de la orquídea; pero reterritorializa a la orquídea al transportar el polen. La avispa y la orquídea hacen rizoma, en tanto que heterogéneos. Diríase que la orquídea imita a la avispa cuya imagen reproduce de forma significante (mímesis, mimetismo, señuelo, etc.). Pero eso sólo es válido al nivel de los estratos - paralelismo entre dos estratos de tal forma que la organización vegetal de uno imita a la organización del otro-. Al mismo tiempo se trata de algo totalmente distinto: ya no de imitación, sino de captura de código, plusvalía de código, aumento de valencia, verdadero devenir, devenir avispa de la orquídea, devenir orquídea de la avispa, asegurando cada uno de esos devenires la desterritorialización de uno de los términos y la reterritorialización del otro, encadenándose y alternándose ambos según una circulación de intensidades que impulsa la desterritorialización cada vez más lejos. No hay imitación ni semejanza, sino surgimiento, a partir de dos series heterogéneas, de una línea de fuga compuesta de un rizoma común que ya no puede ser atribuido ni sometido a significante alguno.
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