Mostrando entradas con la etiqueta El sordo que escucha Brahms. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta El sordo que escucha Brahms. Mostrar todas las entradas

jueves, 17 de mayo de 2012

Vivan las ballenas!

Han vuelto, las han llamado. Las ballenas se hacían esperar. A veces la obligación no es ajena. A veces es interna. A veces, la obligación invisible, transparente. El silencio no siempre es sinónimo de olvido o de omisión. Los pedidos ayudan a que el mar se mueva. En estos días, semanas, meses, se empezó a gestar la teoría de las ballenas. La hipótesis ballenera. La hipótesis de una poética cetácea. Todavía no encontró la definición precisa, esa que se hace llamar cuando parece acercarse al final de la idea, si es que la idea es un final. La ansiedad preocupa en tiempos de difuminación corredora. Los tiempos corren como no corrieron en otro tiempo. La categoría del tiempo, la experiencia del tiempo subjetivo. La circulación de signos, símbolos, algoritmos, noticias, imágenes, pixeles, preocupaciones. Una ballena muerta, una ballena albina. Una ballena. Un poema sobre ballenas. Un secreto a voces. Una voz en secreto. El significante, el significado. Qué hubiese sido este buscador, goo -no lo escribo entero por temor a la censura-, esta plataforma, este mundo, sin el estructuralismo. Cómo escaparle. Cómo escaparle al sistema, siendo un sistema. Ahora te llaman por teléfono, la nonimia, la seudonimia, la pseudoanonimidad. El peligro de tener muchos deseos. El control de los deseos a través de la identidad. Si la satisfacción agónica se encuentra en un formulario, es un mail, es una foto, es una espera. El control del lenguaje, y el lenguaje el control de los deseos, y los deseos vueltos algoritmos, el algoritmo como código para nuestra lógica. Descubrir que ahora, más que nunca, más que nunca, más que nunca, nos cagan a tiros, nos atraviesan millones de órdenes, de deseos empaquetados. La experiencia de vivir conectado.

Primitiva (ballena prehistórica- ballena pixeleada - hombre-burócrata) link


Albina (ballena uno) link


Muerta (ballena ovni) link


Científico-hombre (fósiles ballena) link


Mujer-ballena (turista- testigo) link


El discurso sobre la ballena es un discurso centralizado y hegemónico. Goo permite que así sea, los ambientalistas lo alimentan, los ilustradores lo sacralizan, los turistas lo reproducen. Por qué deberíamos pensar algo opuesto. Por qué debería ser creado otro discurso. En qué momento, en qué cultura se volvieron sagradas, como las vacas indias. En qué momento podemos decir que escuchamos un canto de ballenas. En qué momento nunca vi una ballena. En qué momento pensé que se podía hacer un mar de ballenas. Qué problema tengo. Qué implican las ballenas. Por qué ya no existen las ballenas. Por qué, por qué. Por qué ya no existen las ballenas.

Gracias por este post, Santiago K., Jackie, Trini, Eva, Sebas M., prima Poli, Barbie, Her.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Las cuerdas de las ballenas



Esteban Morgado, "Ballenas y pirámides", de Es lo que hay

Gracias Colooo

lunes, 4 de julio de 2011

El mundo de las vibraciones y los sonidos

Por razones profesionales, estoy sumergido en El mundo de las vibraciones y los sonidos (1951), de Carlos Prélat, Premio Nacional de las Ciencias. Lo que se viene, pronto...

Desde las épocas más primitivas de la humanidad hasta el presente, el hombre ha manifestado sus emociones y deseos, sus angustias y alegrías, por los medios más variados, gestos, expresiones de su rostro, movimientos de todo su cuerpo, como saltos y contorsiones. Pero estas manifestaciones, que no son otra cosa que hechos concomitantes con sus distintos estados anímicos, no tienen, en conjunto, la eficacia poseída por otro medio de expresión: la voz. Desde los gritos guturales del salvaje primitivo, hasta las modulaciones y cadencias del canto más exquisito, existe toda una gama de expresión de los deseos, pasiones y sentimientos humanos. La voz posee recursos y matices que la hacen un medio de expresión de estados afectivos que no puede, prácticamente, ser sustituido por ningún otro. Y si de la expresión de sentimientos y pasiones pasamos a la de las ideas y concepciones intelectuales, es evidente que no existe ningún otro medio de comunicación directa de hombre a hombre que pueda sustituir, para esa finalidad, a la palabra.
La música ocupa un lugar prominente entre las bellas artes, elementos importantísimos de la cultura humana. Y ¿qué es la música? Es el estado actual, que ha alcanzado un desarollo extraordinario a través de una lenta evolución, de una manera de expresar el hombre primitivo, a veces sólo a sí mismo , su estado de ánimo, congoja o alegría, temor o tranquilidad, por medio de sonidos de su garganta, en un principio, y por sonidos arrancados a algún instrumento apto para ello.
Es evidente que la comunicación o simplemente expresión de deseos o estados anímicos por medio de sonidos es también usada por animales. El canto de los pájaros, los rugidos de las fieras, que nos llenan de deleite o de espanto, no son otra cosa que medios de expresión de esos seres vivos.
***
Breves y bellas palabras para describir la expresión primigenia de nuestro ser humano, el de hoy, el de siempre.
Los "posteriormente", "prácticamente", las aclaraciones insistentes "para esa finalidad", los giros cientificistas "es evidente". De ellos no se pudo despojar este hombre de las ciencias. No obstante, se avoca a la pregunta por el ser.

miércoles, 12 de enero de 2011

Seguimos


De malas. SAlió el sol, los grados ascendieron a 5. Se me ocurrió salir a correr y un resfrío asesino me dio un tiro en cada pierna. No me puedo levantar. Mientras, escucho a dos grandes, amigos, que cantan unas canciones muy lindas.
Con ustedes, Leiseylento
Recomendaciones, muerte peluda, tango de mierda.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Agua mansa

Un viejo temita que allá por el casi año ocupó las primeras orillas de este mar.
Quién recuerda el post se lleva un premio.


viernes, 7 de mayo de 2010

Agendalo (copipeist)

El compañero Santiago K. y el Licenciado A. P. (gusta de guardar su identidad, todavía no tiene fechibuk!) han hecho un gran avance contra la caza ballenera.
Ahora, a la hora del rescate, hacés un click acá (http://cor.to/ballena)y ya te zambulliste.
Merci, merci, clap clap.

Pd: estoy trabajando en eso.
Pd2: los dejo para que este viernes salga la milonga.

lunes, 22 de febrero de 2010

Baile a beneficio

Estoy vago para escribir. No sé que pasa. Debe ser que terminé el 2009, finalmente. Traducción entregada, capítulo entregado. Y como ahora se vienen las playas.
Pero no es que no tenga para escribir. Ando con cosas en la cabeza. Buscaglia, Lavandera, Domenech, la foto del mickey (de guada), otro artista ecuatoriano que me hizo acordar a Pablo Palacio, las partes de la historia de Mariela, más apocalipsis, en fin, más ballenas.
Ahora, como lo que viene en estos meses es escribir el final, toca tango, el de qué tiempos aquéllos, el del mono loco. Y en esa búsqueda me crucé con "un baile a beneficio". La risa supera cualquier análisis malandrún.
Pa´ oyerlo, acá.

Música: Juan Carlos Caccaviello
Letra:
José Alfredo Fernández


Con el lungo Pantaleón,
Pepino y el Loco Juan,
el Peludo Santillán,
Tito y el Chueco Ramón,
salimos con la intención
de ir a un bailongo fulero
a beneficio de un reo
que se hallaba engayolado
en Devoto y acusado
por asuntos de choreo.

Al buffet por la bebida
fui con Tito y el Peludo,
que ya estaba medio mudo
por la curda que tenía;
pero ahí encontré una cría
chupando que daba gusto.
Estaba el violero Augusto,
Gatillo, el cortao Potranca
y el Zorro, con una tranca
que con verlo daba susto.

Y entre el ambiente de minas
estaban las de Mendieta
con la flaca Pañoleta,
la Paja Brava y la China,
Pichota, la Golondrina,
la mechera Encarnación,
la Bizca del Corralón,
la Grela de Puñalada,
Sarita de la Cortada,
y la Parda del Callejón.

También la Lunga Sofía,
doña Lola y la Ramona,
la Lauchita y la Patrona,
y la petisa María;
la bigotuda Lucía,
la Latera, la Zulema.
Estaba toda la crema
con sus pilchas domingueras
y me pareció que entera
se había venido la Quema.

En el baile, meta y ponga,
era brava la negrada;
y, entre cortes y quebradas,
una negra media conga
bailando con un chabón,
le dio al Loco un pisotón
propiamente en el juanete:
si Santillán no se mete
el Loco le da un piñón.

Pero un petiso careta
al Loco le dio un sopapo;
cayó lo mismo que sapo
haciendo sonar la jeta.
Intervino Pañoleta
para arreglar la cuestión,
el petiso para un rincón
se las quería picar,
pero lo hizo sonar
de un tortazo Pantaleón.

Después se armó la podrida:
piñas, patadas, bancazos...
Santillán tiró un balazo
con un chumbo que tenía.
Toda la gente corría,
quedó la casa pelada;
pa' terminar la velada
yo me llevé un bandoneón,
un Perramus, Pantaleón,
y el Loco la jeta hinchada.

viernes, 12 de febrero de 2010

Casi, casi, casi

Semana larga, no fin de semana. Ya casi termino la traducción de Teoría de la vanguardia (faltan las notas al pie). El capítulo para La polis sexuada (futuro best seller de la academia) está casi escrito. Hay que ultimar detalles, pero estoy más cerca de sacarme de encima el 2009. Sé, un poco tarde. En breve, subo un fragmento de la tradu.
Ahora llega el sábado, caluroso, y no puedo para de escuchar este tema. "My willow tree", Alton Ellis. A tomar mucho cynar en el pileta.



Si no llueve, creo, al sauce nos lo fumamos, no?

sábado, 16 de enero de 2010

Justo que...

No se debe a nada en particular. Se debe sólo a la letra, una parodia del tango. Creo que, ahora, sé por qué esta referencia en este día. No es el tango. No es la lluvia. Es la parodia. Son las tardes en las que la memoria juega a tomar por asalto los recuerdos y el día los da vuelta, los ridiculiza. Los años llevaron a carnavalizar experiencias y aquí estamos, del otro lado, del lado oscuro.

Justo el treinta y uno (de E. Santos Discepolo)

Hace cinco días,
loco de contento
vivo en movimiento
como un carrusel...
Ella que pensaba
amurarme el uno,
justo el treinta y uno
yo la madrugué...
Me contó un vecino,
que la inglesa loca,
cuando vio la pieza
sin un alfiler,
se morfó la soga
de colgar la ropa
(que fue en el apuro,
lo que me olvidé...).

Si ahorca no me paga
las que yo pasé.
Era un mono loco
que encontré en un árbol
una noche de hambre
que me vio pasar.
me tiró un coquito...
¡yo que soy chicato...
me ensarté al oscuro
y la llevé al bulín!...
Sé que entré a la pieza
y encendí la vela,
sé que me di vuelta
para verla bien...
Era tan fulera,
que la vi, di un grito,
lo demás fue un sueño...
¡Yo, me desmayé!

La aguanté de pena
casi cuatro meses,
entre la cachada
de todo el café...
Le tiraban nueces,
mientras me gritaban:
"¡Ahí va Sarrasani
con el chimpancé"!...
Gracias a que el "Zurdo",
que es tipo derecho,
le regó el helecho
cuando se iba a alzar;
y la redoblona
de amurarme el uno
¡justo el treinta y uno
se la fui a cortar!

Si gustó, se puede escuchar acá.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Ginastera y sus espacios

Para homenajear a Horacio en el día de su cumpleaños subo algo que mandó hace unos días para pensar la música en relación con la historia argentina.

En 1967 Luigi fue invitado a dictar un curso de composición en el Instituto Torcuato di Tella en Buenos Aires. Luigi, yo y nuestras dos pequeñas hijas estuvimos en Buenos Aires alrededor de un mes. Su curso estaba conformado por jóvenes compositores de muchos países distintos y él disfrutó mucho del contacto con ellos. Al mismo tiempo, trataba de entender la situación política en Argentina, reuniéndose con gente con enfoques políticos diferentes. Alberto Ginastera, quien lo había invitado a enseñar en el Instituto, estaba muy sorprendido cuando, en el concierto que cerraba el curso, Nono dedicó su música a "un gran hijo de Argentina, que fue extremadamente importante para la cultura de América Latina... Ernesto `Che' Guevara". Pienso que Ginastera estuvo muy feliz cuando nos fuimos, desde el instante en que al día siguiente de concluir el contacto con Nono, el Partido Comunista fue oficialmente puesto fuera de la ley por el gobierno.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Gracias cerebro por dejarme en paz



Para quienes pasan días y noches de desconsolados pensamientos, recomiendo repetir, cual oración cristiana, estas letras. La original y el remix, por si se necesita más taladro. Es palabra del gurú.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Viajar contigo

Con chiche nuevo, la vida secreta de las plantas (ver abajo). Mientras, escuchen.

sábado, 5 de diciembre de 2009

La vida secreta de las plantas

No hace mucho conocí a Martín Buscaglia. De su música él dice: “Estoy acostumbrado a tocar una misma canción de muchas formas”. De él dicen esto. Pero, sin duda, lo que mejor define su arte es el siguiente manifiesto: "Canciones es lo que siempre quise hacer, pero al mismo tiempo siento que las estoy reconstruyendo y rearmando de nuevo como si fueran un Frankenstein. Este disco lo vivo como más alejado del lado cancionero, aunque siempre puede variar. Plácido domingo era más cancionero y El Evangelio... ya tiene una interferencia. En éste el plan primario era no hacer un disco de canciones. Yo quería hacer como una exageración, una hipérbole de unos puntos que me gustan, como trabajar las letras o meterme con cosas rítmicas." (La nota, acá)
Para los que los escuchamos, esto es totalmente cierto. Incluso en las grabaciones. Hay algo de lo amorfo irrepetible que hace de sus melodías un objeto siempre nuevo. Pese de escucharlo al hartazgo, siempre se descubre un nuevo tono, una nueva palabra que estaba oculta detrás de todo. Y que sus canciones sean frankensteins que recorren el círculo sonoro del universo lejos de caer el mundo hitero (jitero), lo parodia negando una identidad iterativa. Su devenir mutante, aunque bajo la misma máscara, destruye su condición de objeto coleccionable. Sería algo así como esos muñecos que reviven a la noche, caminan mientras dormimos y nos cantan al oído:

"viajar contigo no se ensaya
no hay academia para volar
en mantarraya"

"Cerebro cerebro gracias por estar
en cabeza y no en mi rodilla si no,
no podría hincarme a rezar
ni cumplir esa promesa que no puedo revelar"

"pero que le hace una mancha más al ocelote
que le hace una gota más al mar
que le hace una mancha más a la alfombra
no le viene mal a la alondra una nota más"

Pero su nuevo disco, como él adelanta, parece proponerlos otra cosa. Vamos ver hoy a la noche, cuando presente en Niceto su nuevo disco.


Todas las hojas son del viento

Hay Spinetta todavía recorriendo la ciudad en este día de lluvia.


Justo que pensaba en vos, nena, caí muerto
¿Qué le dio al pequeño dios
del centro gris del abismo?
Sólo sé que no soy yo a quien duerme
Sólo sé que no soy yo a quien duerme

Dime nena, ¿Adónde ves ahora
algo en mí que no detestes?
Qué solo y triste voya estar en este cementerio
Qué calor hará sin vos en verano



Ya llegan los audios

A ver, prueben.



domingo, 22 de noviembre de 2009

Domingos de música en acción

Laburar el domingo es algo terrible. Y decir esto es como decir, no a la guerra, sí a la paz. La obviedad no siempre se condice con las condiciones ideales de la realidad. Ya lo sabemos también. Lo único que me salva de tirar el monitor por la ventana es esta Klassik Radio que, entre uno de sus programas, tiene uno que remite a la música clásica que fue apropiada por el cine (el comercial y el no comercial). Su preexistencia al cine (a diferencias de algunas emisiones que hace de música pensada como banda sonora), lejos de decirme que ellas enriquecen las imágenes que se les pueden adhosar, denuncia que las películas les roban algo de su potencialidad. Las ensucian. De alguna manera, este gesto a la inversa de Klassik Radio las limpia de su imagen, al decir que antes estaban contaminadas por las pelis. Pasen, escuchen y no vean...
Ah bueno, este programa empieza a las 10 am y termina 16 pm (de Argentina). Que lo disfruten.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Kill Bill Percustein (by Sakamoto)

Hace una semana casi, escribí Percustein, un breve comentario sobre el trabajo de Nico Arnicho. Por suerte, mi vida cibernética me llevó por otros caminos para despejar mi duda respecto de la música y las nuevas intervenciones técnicas. Me llevó lejos, bien lejos a otras tierras o, quizás, otros mundos (Japón, China, el Tibet).


Dí con Ryuichi Sakamoto. Que era lo inacabado o lo que no me satisfacía del todo en Arnicho, no lo sabía. Hasta que escuche esto (bajen el mp3, no se lo pierdan!!!). Bien, si siguieron las instrucciones, sabrán de lo que hablo. Si no, apelo a su imaginación auditiva o a su inconciente colectivo melódico. La música no para, ni cuando deja de materializarse. Una energía que vibra siempre. Dijo una amiga trasnochada. Pues Sakamoto y su "chainmusic" hacen alusión a esa cadena infinita de los sonidos que hacen a la mecánica del cosmos. Es una sinfonía citadina, es la amenaza constante entre un sonido "puro" de cámara y la vida cotidiana del cemento. Poco es lo que digo. Más bien, la técnica en esta oportunidad no hace de la música ya existente una imitación artificial, seca, ejecutada por el hombre. La técnica se zambulle a las entrañas de nuestra música sanguínea, de nuestro miedo melódico, de nuestra patología, y (re)compone un mundo de percepciones. Una tos, una púa de disco, voces pop, metralletas, videojuegos, calesitas, llantos, cadenas, fondos, amaneceres. Cada instante se vuelve un haiku, no por la comunión obvia de nuestro orientalismo, sino por la intesidad de cada nota. Ya no es la técnica al servicio de un cadáver. Es la técnica gestando una nueva vida de la música. Y como todo avance, conmociona y genera incertidumbre, esa que pide más.

jueves, 8 de octubre de 2009

Percustein

Esta vez nos convoca, por lo menos a mí, la incertidumbre. No es algo que pueda definir por mí mismo. ¿Por qué? Porque no sólo dudo de mi primera sensación, sino porque dudo de la cosa. No quiero ser un viejo choto, no quiero hacerme el exquisito. Hay algo de la innovación, de la técnica, que asombra, pero, sabemos, eso no es todo. ¿Se puede reemplazar la vibración de materiales naturales por grabaciones, replays, de esos sonidos naturales? Bueno, Nico Arnicho tiene una larga tradición en percusión y sus exploraciones. No voy a extenderme. La cuestión surge de este instrumento (?) el hang drum. Si alguna vez Levi-Strauss se preguntó por lo crudo y lo cocido, no se refería al jamón. Tampoco a la música. ¿Lo artificial es lo cocido sin haber sido crudo? ¿Es lo crudo una verdad no legitimada? El hang drum hace preguntas. A mí, me suena distante, seco. No necesariamente, eso es algo malo. Fascina, como fascina la máquina. El tiempo dirá cuánto se cocina el puchero.

miércoles, 7 de octubre de 2009

La República y lo bello

Pasaron unos días desde que Horacio Lavandera tocó delante del Palacio Barolo. Dudé en escribir lo que ocurrió esa noche. Porque el sentimiento llega desde lugares incómodos. Avenida de Mayo, el Congreso, su plaza, la bandera, el mismo Palacio Barolo, el subte A, la gente que lo fue a escuchar. No sé, pensar en tanto símbolo republicano, en tanta representación política, histórica, más aquella de la música, Beethoven, Ginastera, “Mi Buenos Aires querido”, incomoda. Es una incomodidad que tiene su entraña en las sensaciones importantes, no por lo relevante de “mi” experiencia de esa noche. Importante, quizás, porque lo amerita cuando uno toma conciencia cívica, la que muchas veces, por razones de formación (educativa, familiar, social), falta. También incomoda porque intentar describir esa ciudadanía que despierta me parece (y siempre lo será) una empresa vana, pese a las fotos, la música, los links, las grabaciones, las palabras que pueda emplear. Esa intensidad de sensaciones era posible, e irreproducible, porque nadie podía captar de una vez la totalidad de lo que ocurría. La dimensión real no dejaban que las percepciones visuales, auditivas, sensibles, alcanzaran, de un saque, a guardar todo en la memoria. Mejor dicho, sí, el cuerpo puede hacerlo, pero la mente no puede procesar todo.
Horacio había pedido un escenario redondo. Allí estaba con unas tenues luces rojas que, a través de la filmación reproducida en las pantallas distribuidas por la Avenida de Mayo, mostraban el círculo que dialogaba con el entorno, la gente y la concepción del Palacio Barolo. Un acierto que ahora lo escribo como punto de partida, pero que fue el último detalle para concluir la sensación de esa noche. Sobre la fachada del Palacio había proyecciones con motivos del Infierno, Purgatorio y Paraíso de Dante. Espectros, figuras, colores. Como ven, nada de lo que pueda decir da cuenta de la magnitud de lo que ocurría. Cambiemos de perspectiva.
Llegué ya empezado el recital. Apenas unos minutos. Por lo que mi inserción fue abrupta y tímida. Había público de pie, pero la mayoría estaba sentado. Desde la esquina no se llegaba a ver dónde pasaba la cosa. Tuve que acercarme para reconocer a Horacio en medio de la fogata lumínica. Esa luz irradiaba sobre un público anónimo y sombrío que hacía de agua tranquila, hacía de río con claro de luna. Había también pantallas. Había también un congreso de fondo, apenas escondido detrás de la gran bandera argentina. Había pantallas. Había ventanales de oficina. Había ventanas familiares que traían un sonido hogareño. Y estaba el Palacio, casi violado por una estética que no era la suya, pero que no le disgustaba. Está viejo, pero guarda su clase. Es de sangre azul. En decadencia. Él también está incómodo, no sabe si es anticuado ante tanta velocidad global o nos tira en la cara la miseria de lo efímero. Se bancó una noche no pensada para él. Dante pensó una cosa del Infierno, Barolo otra y nosotros ahora tenemos nuestra apropiación. De eso se trata un Bicentenario, recordar algo para olvidarlo e inventar un nuevo pasado.
A todo esto, tocaba Horacio. Hablar de su ejecución no me pertenece. Es más, en este caso no importaba. La música invadía los ventanales, el asfalto, los ojos, el palacio, el congreso, la bandera, la noche. Se derramaba sobre ese agua tranquila de la gente, pero se derramaba con la intensidad de la mar. El piano sacudía a veces suave, a veces arremetedor los cuerpos.
De fondo seguía el Congreso y la bandera. Y no se entendía. Había algo que molestaba. Como esos errores que vemos y no vemos. Que vemos y no reconocemos. Algo molestaba. Más que molestar, inquietaba. Había algo que irrumpía con el equilibrio que imponía Horacio y su piano. No era el palacio y sus proyecciones. No era la luz de la avenida que había sido cortada. No era el público. Había pasado mi ingreso tímido y abrupto a la velada. Luego de ese lapso de múltiples percepciones, la razón pedía un respiro. ¿Qué pasaba esa noche? ¿Qué conmovía no ya el oído, sino los ojos? Y era eso. La ciudad. La República.
Todo había sido dispuesto para que Horacio tocara. Se apagaron las luces, se cerraron las calles. Pero no se pudieron detener los semáforos. Y ahí volví. Eso era. Estaba en el centro de la Ciudad, en el kilómetro 0 de la República. El semáforo, creación de y para la ciudad, emblema de la movilidad, del frenesí, de la ley, del orden. El semáforo pasaba del verde al amarillo, del amarillo al rojo. Máquina no comandada por un chofer. Es la instalación más impersonal y más autoritaria de la ciudad. Pero su autoridad no me preocupaba. Por él entraba la ciudad. Y por la ciudad, la República. Entonces, también descubrí que pasaba el subte, el más viejo de Latinoamérica. Y ahí las sensaciones temblaban. Los pies se sacudían. Y así fueron chocando otras sensaciones. El ruido de la cocina, el llanto chiquilín, la persiana oxidada del almacén en medio de Beethoven. Y todo era lo que suele ser, pero tenía otro calor: lo bello.
Eso molestaba. Lo bello. El Bien platónico. Desde el escenario lo bello inundaba al público, la calle, la plaza, los edificios. Lo bello inundó un espacio otro. Un espacio que perdió su sentido de lo bello. Esa avenida, mediación entre la Rosada y el Congreso, parece el cadáver de lo bello. No lo digo por cuestiones coyunturales. No pienso de ese modo. Pienso en el Palacio Barolo, que sí tenía una idea de lo bello y, por ende, de la República. Pienso en el Congreso, también con una idea del Bien. La música volvió a ser luz, en un ambiente que perdió su destino en su circulación cotidiana. Se corrió del tiempo, para entregarse a cada mañana, a cada trajín. Horacio un sábado tocó Beethoven. Tocó también las danzas de Ginastera. Tocó “Mi Buenos Aires querido”. No se trata de una cultura de elite, entonces. Y su ejecución (ahora sí lo digo: perfecta) también contrastaba con lo efímero del arreglo de baches. Buscar la armonía, derramar lo bello, encontrar el Bien. Ese aluvión pasó por Avenida de Mayo el sábado. Un poco de alegría. Un poco de angustia. Saber que no hemos sido. Saber que algo hemos perdido. Esa noche, la del sábado republicano, fue una ficción de nuestra utopía. Unas horas fuimos el sueño schilleriano, de una estética que haga mejores hombres y, entonces, otra realidad; la ilusión platónica de un gobierno armónico. Fuimos felices con la República que no somos, con la que somos, con la que deseamos. Esa noche fuimos felices en la República que nos hemos negado.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Sorpresa

De ciertos instrumentos no esperamos protagonismo. Como de una chica que no miramos apenas entró, sino a la amiga. Algo parecido ocurre cuando elegimos un plato de la carta. Bueno, al pandeiro nunca le hubiese pedido nada. Ahora voy a pensarlo dos veces.
Con ustedes Scott Feiner.

Gracias MDC!