En fin, por fin, finalmente, finalicé. Rendí, luego de un intenso stress, fuertes críticas al trabajo (acá y acá). Críticas desmedidas de ignorancia. ¿Cómo es que lo que me decís va totalmente en la misma dirección de lo que escribí? ¿Cómo? Cuestión religiosa. Pero como buen hereje que soy, dije creer lo que decías. Dije "ok, si es lo que pensás, es lo correcto, pero el fin del mundo viene igual". Es el fin de la utopía, de la escritura redentora. Es el fin del conocimiento. Hoy luego de dar la vigésima materia (faltan cuatro), me dije hay un lugar para la enciclopedia, otro para el conocimiento, otro para pensar y otra para la escritura. La sabiduría y su hermana, la profecía, lejos están de la academia. Lejos están de todos los que no viven la escritura como un diálogo con lo divino, con Dios. Un día bajó un ángel y me dijo: "el fin está entre nosotros y se llama literatura". Le respondí: "y los jinetes del apocalipsis?, y los días noches, y las noches días?". "Ya están entre nosotros", me susurró. Y sí, lejos de las cátedras, la verdad estaba revelada desde Casandra. Nadie que haya rendido un final dirá dónde está el conocimiento. Enciclopedia, sí. Suma de referencias, categorías vacías. Mala vida. Pase lo que pase, seguirán reproduciendo un tipo de conoceres que, lejos de redimirnos, lejos de liberar ideas, las seca, les arruinan la vida. Ellos suspiran. "Hemos matado un ideita". "Seh, no sea cosa que lo que hicimos a lo largo de nuestra vida no valga un pomo". Pomo tenés en la cabeza cada vez que se te cae una crítica ignorante. Tu crítica no escucha. Arrasa con violencia. Cómo extrañamos las escuchas y las lecciones de aquellos profesores que quisieron que la literatura nos haga mejores personas.
Y ahora, que la sigan mamando. Por fin, terminé.
Y ahora, a bailar un poquito.
Y ahora, que la sigan mamando. Por fin, terminé.
Y ahora, a bailar un poquito.
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