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jueves, 19 de mayo de 2011

La pregunta del millón

martes, 10 de mayo de 2011

Subversión

El campo asigna a cada agente sus estrategias, incluyendo aquella que consiste en trastocar el orden científico establecido. Según la posición que ocupan en la estructura del campo (y sin duda también según variables secundarias como la trayectoria social, que rige la evaluación de las posibilidades), los "recién llegados" pueden encontrarse orientados hacia las colocaciones seguras de las estrategias de sucesión, capaces de asegurarles, al final de una carrera previsible, los beneficios correspondientes a los que realizan el ideal oficial de la excelencia científica, asumiendo el costo de realizar innovaciones circunscriptas en los límites autorizados, o hacia estrategias de subversión, colocaciones infinitamente más costosas y más arriesgadas que sólo pueden asegurar los beneficios prometidos a los detentores del monopolio de la legitimidad científica a menos que se pague el costo de una redefinición completa de los principios de legitimación de la dominación: los recién llegados que rechazan las carreras trazadas no pueden "vencer a los dominantes en su propio juego" sino a condición de comprometer un aumento de inversiones específicamente científicas y sin poder esperar beneficios importantes, al menos en el corto plazo, porque tienen contra ellos toda la lógica del sistema.

Pierre Bourdieu, EL CAMPO CIENTÍFICO

domingo, 17 de abril de 2011

La otra orilla

El saber ventrílocuo está orilleando. Y quizás sea hora de abrir la otra orilla. Pronto quizás. En el mientras tanto, les dejo una de las balsas que van llegando.

Pierre Tuillier
ENTRE EL DIABLO Y EL BUEN DIOS

¿Por qué la "ciencia moderna" nació en Europa, en los siglos XVI y XVII? La cuestión es apasionante pero difícil y el libro que el historiador holandés de las ciencias, R. Hooykaas, le ha consagrado, nos recuerda una vez más la complejidad de la "revolución científica" . Como es obvio, las interpretaciones propuestas por los especialistas son numerosas y a menudo divergentes. Esto depende en parte de las lagunas de la información histórica, pero por cierto no sólo de ellas. Los conflictos, a veces violentos, que se manifiestan entre historiadores de las ciencias tienen una causa más profunda: sus desacuerdos sobre la naturaleza misma de "la ciencia". Es, por otra parte, una razón del interés de esos debates; lejos de ser puramente técnicos, involucran directamente la imagen que nos hacemos de la actividad científica y de su lugar dentro de la vida de la sociedad. No olvidemos jamás que a través de las sabias controversias sobre la civilización del Renacimiento son nuestras propias ideas sobre la cultura, el saber, el trabajo y la vida las que se ponen a prueba.