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miércoles, 3 de agosto de 2011

Hace justo un año

Hace justo un año, un día soleado como hoy, y frío también, volaba hacia Deutschland. Ya no somos los mismos.
La foto de Macarena Pivaral, extrañadísima amiga. Captura un afuera que es una lectura interior. Cómo llegué? Por qué viajo? Preguntas que no respondí todavía. Quizás nunca. Y el lugar, las estaciones, acá el imbiss de la Hauptbahnhof berlinesa.

sábado, 2 de julio de 2011

German chacareran

Un año nuevo se cerraba con una promoción no ganada. O sea, descenso. Y esa noche, un locro de un amigo argentino, su vecino alemán con sus chacareras me rascataron de la desolación. No importa mucho sino para mi recuerdo. Quiero compartir su locura por las chacareras, sin saber una palabra de español. Alto músico.
Como retribución lo agreggué a la novela y también al mar. no hay relaciones verídicas, más las que parecen.

http://www.youtube.com/watch?v=8oXctkf3b6A acá las chacareras de Sasha.

abajo su intromisión en mi relato.
***
Algo que podía ser un frío joven lo despertó. Eran las dos cosas, el frío de un otoño que empezaba su incontinencia y el brazo de su hermano, Mark. Sasha abrió los ojos rápido, estiró un cachete para un lado, la oreja para el otro, la frente hacia arriba, la nariz se inflaba, como un dibujo animado apunto de echar una carrera. No entendía lo que le decía. Empujó a esa chica que estaba durmiendo con él, lo abrazó a su hermano y salieron a la calle, a ver de qué se trataba eso. La gente iba y venía como si estuviese borracha, y como si estuviese planeando algo que no había sido pensado, mejor dicho, realizado con la impunidad con que se emborrachaban en la calle. Octubre era un mes que podía traer recuerdos igual de buenos y malos, la pérdida de la segunda guerra, los octubres celebrados como el día de la patria en la imperiosa Karl Marx Allee. Sasha no vivía muy lejos de la nueve de julio berlinesa, ahí, cerca del barrio obrero, cuando eso no era el mundo entero. Seguían ellos, los otros, yendo hacia el centro de la ciudad. Se veía venir, era una tormenta resistida en el cielo por algún dios que, seguro, no había estado vestido de blanco. Algún dios jubilado en las academias y bibliotecas del otro lado de la ciudad. El trolebús no dejaba de andar, cómo podía ser. Qué iba a cambiar. Sasha ya estaba agotado, llegando con su cara para cualquier lado, haciendo un chiste, imitando a un soldado, pensado que alguien lo estaba viendo. Un dios, alguien sabría de ese hecho. Ningún periodista. El hijo. Cuando le contara al hijo, la burla al soldado. Para después. Después volvieron a sufrir una pedagogía similar. La tolerancia. Sasha no creía que ese fuere su problema. Cruzó una vez, cruzó otra. Cruzó una vez más y no quiso volver. No pudo. Unas horas, unos días. Drogas, cualquiera. Le daban guita, loco. Me daban guita. Esa noche no recuerda qué pasó. Probó todo. Al otro día, fue al banco, dijo que le dieran los marcos de bienvenida, le pusieron un sello. Salió a la calle, todos seguían de la cabeza, qué había pasado, quiso cruzar la ciudad pero ya no había que cruzar más que la frontera de un recuerdo muy cercano. Se fumó la guita de bienvenida en minas, mercas y pelotudeces, como una cámara de fotos. Al otro día se despertó, se borró el sello de bienvenida. Fue al banco, pidió más plata. Así, durante una semana. El cajero ya lo conocía y, aunque la ética alemana sonrojaba a ese vigilante del oro nazi, disfrutaba pensar que era algo que no podía pensar: consumir. Casi como introducir a una jovencita en los placeres sexuales, sólo despertando su curiosidad innata. Sasha recordó a la chica que dejó esa noche de unos días atrás. Se habrá enterado de que se puede ir a la otra parte de la ciudad. A la parte fea pero prometedora. A la parte menos nuestra. Donde la policía parece simpática. Cómo se llamaba, se pregunta Sasha. Cara. Dice. Aunque le parecía impreciso, erróneo. Cara. Cara. Se rascaba la inminente calvicie. Carabajal, le salió como un tirón. Extraño nombre, largo. No se puede tener un nombre tan largo. Luego, quizás, reflexionó que esa extrañeza y longitud le habría hecho recordar el nombre. Al fin de cuentas, lo raro es lo que nos impacta. Y sus ojos marrones, la morocha, su cola redondo. Sasha lo miraba en el horizonte rosa del atardecer congelado de Berlín, mientras se fumaba unos cigarrillos marlboro. María Carabajal. Ahora sí. La ciudad es un pueblo y, cuando lo dijo, recordó donde la había conocido. María había cruzado en esos días por un acto folklórico. La República Democrática quería dar la imagen de mundo que no daba, resistiendo a la apabullante ola de cocacolas, bananas ecuatorianas y multicolores fluorescentes en las telas de cualquier pilcha. María era una sirena, le hubiese gustado decir a Sasha. Le había enamorado la melodía ajena de una chacarera. Sasha era músico de cámara, futuro de. De pronto, encontrar la belleza de una música cálida y triste, reventona del alma, le había despertado una inquietud que las sinfonías militarizantes de la Soviética no le comunicaban. Se acercó con el respeto de las formas, la vergüenza del preso y el amor interno de lo nuevo. Todo esto pasaba mientras Sasha se terminaba su otro marlboro. La buscó otra vez. La encontró a María, que vivía en la otra parte de la ciudad, bueno del mundo. Hace años se había venido de Argentina, el viejo, escapando de la dictadura. Terminó en Berlín occidental. A Sasha le parecía tan lejano cruzar el océano, cuando apenas había llegado a la frontera de Hungría. Todo lo excitaba el doble. Lo enamoraba el doble. La duplicación de los sentimientos guarda la necesidad de vivir lo que el otro. María no hablaba mucho, en alemán. Las cuerdas habían sido el puente que los había encontrado. Total sabes de sobra que en vano fue quererte. Repetía Sasha con un español desconocido. De memoria. María reía. Qué entiende este gringo. Se rió y Sasha, con su cara centrífuga, la festejaba y seguía cantando la letra del tío de María. Hace unas semanas de eso. El muro había caído y ellos tenían pasajes para Santiago del Estero. Sasha iba a conocer Argentina, la tierra de Ernesto.

martes, 12 de abril de 2011

Milena

Qué lindo es seguir allá, o imginarlo. El amigo Cristian y su editorial.


Milena Berlin es una editorial emergente con base en Berlín y Buenos Aires que propone editar a poetas y escritores con residencia en Latinoamérica y Europa . El concepto del proyecto implica una activa participación en el proceso creativo entre el_a poeta, el arte de diseño y la editorial.
Milena Berín tiene como precedente a la editorial Milena Caserola, proyecto independiente que edita desde el 2005 en Argentina.


Para el libro-objeto Alcohol hemos recogido pequeñas botellas de licor y vodka en las calles de Berlín. Nuestro objetivo fue rellenar cada botella con un poema y así conformar las 45 páginas del texto. Alcohol es un poema fragmentado y puede ser leido en todas direcciones. Las botellas fueron re-etiquetadas incluyendo el número de página y ejemplar, los datos del autor, la editorial y el arte de diseño.

sábado, 9 de abril de 2011

Unjotasch

La cada vez más grosa, unjotasch, en la segunda entrega de wahleless, con musiquita y todo! GROSA. Y encima, con nombre berlinés, Prenzlauerberg, los caminos confluyen.


Podría decir, que de todas las ballenas, están está entre mis preferidas. Por lejos. Si no, la mejor.

lunes, 4 de abril de 2011

Fin de la curiosidad

Hoy he traducido las últimas palabras del libro. Un shock. Es algo que se nos va, otra cosa más. Si es que pueden separarse los tiempos y espacios de la vida, este sería el último lastre berlinés. Lo es en un sentido. En otro, es la prolongación de un interés, del búho boliviano que posa sobre mi escritorio (gracias Dario). No sé en qué mar vuelan los búhos. Como le dije a otro amigo, el final es casi benjaminiano (todos lo son). Lo lamento por los amigos antibenjaminianos, no soy partidario de, sí me reconozco como un aurático post verbum. ? Helga, fuiste mi amor otoñal, de bruma kreuzbeana, de calor almagreño.
Las últimas que se van, van con la noche:

¿La realidad imitará finalmente a la teoría, tal como ocurrió en los mercados financieros? La respuesta dependerá de si estamos preparados para seguir siendo modernos en el futuro, para un futuro que, como construcción de una especie particular de nicho, necesita de la ambivalencia como recurso cultural.

miércoles, 30 de marzo de 2011

El tsunami derechozo que recorre Europa

El amigo Martín cuenta cómo anda la fantasía alemana. Sensaciones muy parecidas a las propias, además de describir sobre el farolito de la casa en que nací.

El eje populista en Alemania: notas sobre multiculturalismo e integración.

Grietas en el consenso progresista alemán: el best-seller del 2010 se llamó "Alemania se deshace". Los turcos, en la mira. Una nota sobre cómo, otra vez, la izquierda europea le regala el populismo a la derecha.


por Martín Baigorria


Grietas en el consenso progresista alemán: el best-seller del 2010 se llamó "Alemania se deshace". Los turcos, en la mira. Una nota sobre cómo, otra vez, la izquierda europea le regala el populismo a la derecha.

Como todo 24 de marzo, el 1° de mayo en Berlín es una buena oportunidad para calibrar el estado real en que se halla la izquierda vernácula. A diferencia de nuestro país, el día del trabajador no se diluye en un simple feriado nacional, sino que consiste en un evento masivo hecho de múltiples festejos idiosincráticos, capaz de convocar por igual a jóvenes, familias, y jubilados. En el caso de Berlín, el epicentro de las celebraciones es Kreuzberg, icono multicultural por excelencia y antiguo escenario de las batallas contra la especulación inmobiliaria a fin de los setenta. Ubicado en ese escenario, un hipotético recién llegado no dudaría en ver allí cumplidas las fantasías más desatadas de la izquierda liberal, el combo perfecto de convivencia pacífica, participación vecinal, y arte comunitario: bandas en vivo, chicos turcos rapeando, punks, puestos naturistas, ecologismo, cerveza y kebap. Si tenemos en cuenta que el 1° de mayo coincide con la llegada del sol después del cono gris que deja sepultado a Berlín durante el invierno, no es difícil alucinar un poco, y concluir que, al fin, la promesa libertaria tomó las calles.
***
Este último verano esta percepción terminó de salir a la luz: “Adios al Multikulti”, decía la portada de la revista Zitty. El tema del artículo central era el desencanto de las parejas jóvenes de clase media que se habían mudado a Kreuzberg atraídos por su imagen de tolerancia y diversidad. Una vez instalados, no tardaron mucho tiempo en descubrir que sus hijos asistían a escuelas públicas donde la mayoría de los estudiantes eran de origen inmigratorio. Pero el escándalo definitivo apareció cuando sus hijos comenzaron a volver de la escuela hablando alemán “a la turca”, sin preocuparse por usar artículos o declinaciones. Más allá de que la nota señalara las causas de estos desajustes (falta de contención pedagógica, la improvisación de un sistema sin el adecuado financiamiento, etc.), la señal de alerta aparecía clara en el horizonte: la decepción multiculturalista no era un simple cambio de moda, sino más bien un quiebre en las ilusiones progresistas de las familias más jóvenes, supuestas encargadas del recambio ideológico generacional.

viernes, 25 de marzo de 2011

sábado, 26 de febrero de 2011

Un chiste



Llegar es una cosa, volver otra. La valija con una vida se perdió en el vuelo. TAM no la mandó de vuelta. Que se quede dónde quiera el tiramaletas. ¿Hay cementerio de maletas? ¿Dónde? Les ponemos unas rosas. Los quiero.

martes, 8 de febrero de 2011

La curiosidad

Vuelvo porque vuelvo. Vuelvo porque la curiosidad sigue, pero no ocurre por el objeto sino por la perspectiva. Perspectiva doble. Me vuelvo a traducir, a invertir el lugar idiomático. Traduzco la curiosidad. Que trata de la ciencia y su superstición. Vaya ejemplo de lo que ha sido este kleine reise, en el que de las amistades surgían una continuidad de los textos que me apabullaron este tiempo. Debate sobre ciencia, religión y tradiciones culturales. Agradecido de la participación elevadísima de los profesores Nicola y Pablo.

Fragmento de lo que me deslumbra en estos días.
La curiosidad de conocer el porvenir: la naturaleza no conoce el futuro

Cuando lo nuevo aparece y se lo debate, o sea, cuando se le presenta resistencia y se forma una oposición que se basa en la existencia superior, obligada por la moral, de valores, se trata a menudo de preguntas irresueltas sobre la delimitación entre naturaleza y sociedad. Esta dicotomía prefiere ser construida y falsa, empírica e históricamente rebatible, aunque se mantenga con una tenacidad que siempre reaparece para defender los intereses arraigados. En la argumentación convencional, la naturaleza implica lo dado y lo esperado por un poder superior. La naturaleza es considerada como la norma que define la normalidad. Por el contrario, la intervención humana significa la superación de las limitaciones impuestas, superación que infringe subversivamente la normalidad y la amenaza.* Pese a que no resulta tan atractiva la invocación a una naturaleza que remite a la inmutabilidad de las exigencias normativas y las escalas temporales que superan las medidas humanas, en un segundo paso debe determinarse hasta dónde llega el dominio de la naturaleza y quién puede definirlo con autoridad. Más que nunca, la ardua disputa y lucha en torno al consenso social son inminentes.


La fe en la inmutabilidad de la naturaleza oculta el conocimiento del proceso social por el que surgen el saber y la capacidad de intervenir en la naturaleza, de manipularla y controlarla. La resistencia a lo nuevo es reivindicada en nombre de una autoridad que parece estar más allá de la imposición de normas y que le corresponde el derecho de imponer normas pre y suprasociales. Cuando al inicio de la Modernidad emergió por primera vez en Europa el concepto moderno de política, el cual no estaba comandado ni protegido por la voluntad divina, el eje de la cuestión fue el problema del ejercicio de la libertad y las restricciones que le eran impuestas a la arbitrariedad del poder político. Para ello, entran en cuestión dos instituciones. Una fue el sistema jurídico, cuya incumbencia debía ser, prioritariamente, elaborar normas y reglamentaciones, tramitaciones y garantías, además de ocuparse de su implementación, puntos que determinaron gradualmente la construcción del Estado de derecho. La otra institución era la aún joven y poco institucionalizada ciencia. Según el politólogo israelita Yaron Ezrahi, la ciencia fue concebida históricamente como una autoridad apolítica que tenía la capacidad de disciplinar el accionar político, criticar decisiones e imponerle límites al Estado secular. Esta función (política) de la ciencia a veces fue empleada, invocando la racionalidad científica y tecnológica, para despolitizar el ejercicio del poder y encubrirlo. Sin embargo, la certificación de una realidad basada en la ciencia contribuyó, esencialmente, a que fuera separada la voluntad divina de las leyes naturales y se restringiera la arbitrariedad del accionar político. 15.


Ya en sus inicios, las ciencias naturales modernas habían demostrado que podían encontrar mecanismos con los que la scientific community lograra alcanzar un consenso sobre cuestiones controversiales. En un tiempo convulsionado por las guerras religiosas y civiles, sin duda esto contribuyó a consolidar la reputación moral de esta joven institución que, no obstante, era lo suficientemente sabia para aceptar las restricciones que le impusieron el poder político y el religioso, o sea, para no inmiscuirse en sus asuntos.

La autoridad de la ciencia como instancia apolítica se basa en una legitimidad derivada de la autoridad de la naturaleza. Las leyes naturales que investiga son leyes de un nivel muy elevado, las cuales no son negociables ni pueden ser sometidas a un poder estatal ni a una sentencia judicial. La ciencia certifica que la realidad de la naturaleza es removida de la jurisdicción de las leyes humanas y su arbitrariedad; no obstante, hay un procedimiento para “revelar sus secretos”, manipularlos y ponerlos a nuestro servicio. Por medio de ello, la institución ciencia deviene una mediadora aparentemente inapelable entre la sociedad y la naturaleza. Reclama para sí la autoridad de hablar en nombre de la naturaleza. Para llevar con éxito su programa de exploración, debe estar libre de intervenciones estatales y religiosas, puesto que “dice la verdad ante el poder”. Al contrario, la scientific community garantiza por medio de sus procedimientos de control de calidad, en especial la peer review, que el conocimiento producido es fiable. Estas dos tendencias, el reclamo de la ciencia de hablar en nombre de una autoridad apolítica superior y la garantía de publicidad frente la fiabilidad de un conocimiento producido y certificado por él, son los fundamentos para su autonomía hasta hoy, incluso cuando el carácter público de la ciencia esté bajo presión.


*
Es interesante que también los biólogos hagan esta diferenciación. Se refieren a los cambios provocados por los hombres como supernomalidad.

miércoles, 12 de enero de 2011

Seguimos


De malas. SAlió el sol, los grados ascendieron a 5. Se me ocurrió salir a correr y un resfrío asesino me dio un tiro en cada pierna. No me puedo levantar. Mientras, escucho a dos grandes, amigos, que cantan unas canciones muy lindas.
Con ustedes, Leiseylento
Recomendaciones, muerte peluda, tango de mierda.

viernes, 7 de enero de 2011

De malas, de buenas

Empezamos el año de malas. Ya andamos de buenas, más tanguero que nunca. Te voy a extrañar, te voy a extrañar, pero cuando menos me lo espere, estaré de vuelta, acá.
El farolito de la calle en que vivi.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Principio Potosí

El Principio Potosí en Berlín (la nota completa, acá)


La fe cristiana es a la especulación financiera como al trabajo en negro la colonización española de América. La exposición El Principio Potosí: ¿cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?, bajo la curaduría de Alice Creischer (Ex-Argentina), Andreas Siekmann (Ex-Argentina) y Max Jorge Hinderer, corre por estos días en Haus der Kulturen der Welt, Berlín. Apenas uno ingresa a la sala, acomete la pregunta de por dónde empezar. La necesidad de ordenar un recorrido se rinde instantáneamente al manual de 42 páginas que nos dan con la entrada. Y el “recorrido”, por así llamarlo, consta de cuatro etapas repartidas en 32 obras (instalaciones, proyecciones, pinturas, audios, documentos). Las etapas repiten y superponen las obras tramando un relato con estos ejes: “Existe una acumulación originaria que sólo se llama así”, “Existen los derechos humanos para tener derechos sobre los humanos”, “¿Cómo podemos cantar el canto ajeno en la Tierra del Señor?” y “Mundo al revés”. Aunque el recorrido evita una cronología dura, basándose en relaciones conceptuales y simbólicas, se puede desgajar una temporalidad que es significativa para entender porqué se evoca como principio la explotación de la Colonia en Potosí y se enfatiza una continuidad por otros medios en la actualidad. Las primeras tres estaciones, como otras que seguirán, presentan pinturas del barroco hispanoamericano, el arte producido por la Iglesia en las colonias americanas, cuyas imágenes plasman un orden del mundo (a favor de la dominación española) inspirando terror (con la amenaza del Infierno). El último paso del recorrido, en tanto, es la proyección oculta (para poder verla, el asistente debe levantar una hoja en blanco y colocarla delante del proyector) que muestra obreros de Dubai, cientos de obreros que salen de las construcciones fastuosas del emirato árabe. Este desplazamiento del tiempo y el espacio (de la Bolivia virreinal al Dubai hipermodernista), de los medios y materiales (pintura colectiva, video testimonial), de las fuentes e instituciones (la Iglesia, Internet) explicita un desarrollo del arte, claro, pero también cómo se transforma el rol de sus medios simbólicos, pasando de instrumentos de dominación a manifestaciones de denuncia. Este sentido estructura la muestra El Principio Potosí: delatar la acumulación originaria del capitalismo en la periferia (que no es más que todo el sustento del capitalismo) desde la Colonia a nuestros días, y los símbolos que sostuvieron dicho proceso.

Archivo Caminante, Molinari

sábado, 27 de noviembre de 2010

El invierno

La nieve ya se reposa sobre las ramas. Estatuisa, como puede, los árboles. Acostumbrado a los inviernos porteños, su verdadera razón está de este lado. Los ciclos se cumplen, como los trenes. Pero esto no declara más que un orden de cosas, los trabajos y los días. De qué sirve nombrar el invierno de Buenos Aires para el norte. Carnaval todo el año, eso quieren y queremos. Y, como sabemos, las estaciones son una forma de organizar el tiempo. El invierno reclama para sí otra etiqueta. Un paisaje y otro tiempo. La independencia.
Allí vamos por partida doble.

Bicentenario.

Novísimas.


Gracias jotash!

sábado, 20 de noviembre de 2010

Incontenible

El invierno es incontenible. Da alguna que otra tregua, el invierno en Berlín avanza como una tropa, una tromba, y el sentimiento es el de una guerra por perderse. A la corta o a la larga, el invierno triunfa. Incontenible, porque no hay nada que hacerle. No incesante,o sí, pero no poder frenarlo y no que arrase como si nada hubiera, nos borra de la descripción. Nos desborda. Es de noche a las 17, a las 1630 ya prenden las luces de la estación que veo desde la ventana. Imagino un invierno así en otros lares, en lugares no urbanos. Y que la ciudad siga funcionando pese a la oscuridad y el frío como si fuera verano, otro clima, otra vida. De noche hay más gente en la calle que de día. Son vampiros. Salen los fiesteros, los artistas, los desempleados, los borrachos, los adictos. Salen todos. Parece que quieren que el día se termine rápido. Que llegue la noche, que el invierno se quede. En una charla escuchaba a un profesor que recomendaba respetar las horas de luz como forma de vida, como manera de reconciliarse con el exagerado gasto y desgaste de energía. Limitarse a la luz solar para la actividad de nuestros días. Esas cosas que pueden pensarse cuando otros problemas no pegan gritos desde abajo. Ocupaciones válidas al fin. El invierno es incontenible, porque se podrían alcanzar conclusiones más hondas. La necesidad por encontrar un refugio rápido, hace a la supervivencia una rayuela.

domingo, 26 de septiembre de 2010

La fresca



Se viene la fresca. El verano ya pasó, parece. El invierno viene galopando desde el sur.
Acá, el parque de Treptower. Mi lugar favorito. El mejor lugar de Berlín hasta ahora. Donde juego al fútbol, toma mate, salgo a correr.Queda cerquita de casa, no tanto, pero pensar que está a diez minutos de bici y que está a 10 del centro de Berlín me hace pensar sobre las formas de vida, la urbanidad. La confluencia naturaleza arquitectura es inmejorable. El río que parece una pileta, los árboles que bloquean cualquier horizonte de cemento. Y en el medio, un pedazo de monumento. El memorial soviético de majestuosa concepción. Todo perfectamente diseñado, y no me molesta.

martes, 14 de septiembre de 2010

Lo que se viene

Cuando se veía nítido el horizonte, una luz más fuerte convierte lo iluminado en oscuro.
Acá el horizonte ballenero.

gracias irucha

jueves, 9 de septiembre de 2010

Silencio en aguas profundas (Tiefe Wasser)



Ahora, en un ratito, leo "Relato con un fondo de agua", de Cortázar. Próximamente, salgo de las profundidas. En alemán, traducido como "Erzählung mit einem tiefen Wasser", ilustrado bellissima por Franziska Neubert.

lunes, 23 de agosto de 2010

Whale Biking


Para el amigo Mauro, bicivolador, una señalización ballenera. Acá, también cruzan ballenas.
Próximamente, algo sobre el andar a tracción humana en esta ciudad.


Llegaron las 6000, de paso.

viernes, 6 de agosto de 2010

Willkommen



Hola. Recién hoy, luego de unas doce horas de sueño puedo empezar a reaccionar. Todavía no me siento muy en Alemania. Se debe, tal vez, a que mi recuerdo siempre fue blanco, nevado. Tal vez a que adeudo aún laburos porteños que próximamente saldaré. Ya hice todo lo que debía hacer a las primeras horas de Berlín (por lo cual me puedo volver): dönner (comida turca), cerveza, hacer 5 transbordos de subte en un recorrido de 15 minutos, comer el famoso franfurto con mostaza, pisar el postdamer platz, una suerte de florida pero con otra arquitectura cuanto más interesante. Bien hasta aquí la germany. La pregunta que surge es: abrir un nuevo mar? seguir este? Veremos. En la semana toca una campus de tango, tangosafari, donde voy a dar clases de cetaceo. Ayer tuve la primera noche berlinesa. Calorcito. Unos veinte y pico de grados, caminando por Prenzlauer Berg, una mezcla de San telmo y Palermo, todo el mundo con sus cervecitas y bicicletas andando por la calle. No sé si el aire tenía una felicidad o era mi sensación, un poco incerta empero, que inundaba todo de felicidad. Lo incierto es el porqué de acá, el para qué. La noche me arrastraba y uno se va con ella.
La foto? Mis primeras palabras serias en alemán fueron a una chica que pedía ayuda para rescatar no sé que osos en extinción. De una de las tantas fundaciones de animales. Por eso, y por el multikulti de Berlin, el saludo ballenero de bienvenida.