sábado, 12 de diciembre de 2009

Tempestades ecológicas y el apocalipsis

No tengo nada en contra de los ecologistas. De hecho, apoyo su moción anárquica. Pero es cierto que el discurso ecologista, como todos los discursos, no está exento de caer en redes de intereses económicos y hegemónicos. También es cierto que todo discurso de alcance mundial se construye como tal apelando a cuestiones del orden sentimental en detrimento de aquellas del orden racional (paz-guerra, hambre, VIH). No es que todos los discursos sean banales, no hay palabra que carezca de su carácter sensacional, pero la contaminación, el fin del mundo, el apocalipsis cientificista, continúan inmersos en el ámbito de la creencia. Cualquier lógica que augure el futuro, vaticinie tempestades, está basada más en el sentimiento que en la razón. Que esa fe pueda argumentarse lógicamente, es decir, que se armen fórmulas para poder creer en tales augurios, no le quita un grano de su carácter religioso al asunto. El discurso apocalíptico de la ciencia, como cualquier otro, está fundado en creencias que responden, con o sin meditación, a intereses económicos y políticos.
Y creo que por estar en el tercer mundo, donde la ciencia poco importa en lo discursivo, es donde pueden surgir estos relatos contraapocalípticos como el de Rosa Compagnucci, (CONICET) quien explica muy bien por qué el fin del mundo no es nuestra culpa (oh, grandes dioses que somos), sino que depende del Gran y verdadero Dios, el ciclo cósmico. Brindo por el tercermundismo en la ciencia que nos libere de la creencia hegemónica del centro.

Las notas, acá y acá.

Fragmentos:

Sostienen que el aumento de la temperatura promedio en todo el planeta en los últimos tiempos es innegable. Pero descreen del resto de las especulaciones, muchas de ellas apocalípticas, que se hacen en relación con el clima. En particular, desconfían de algunas afirmaciones que el consenso científico actual toma como verdades irrefutables, sobre todo respecto de que el calentamiento global está causado, básicamente, por el dióxido de carbono producto de las emisiones humanas en los últimos 200 años. Para ellos, por lo menos habría que discutirlo un poco más. Por cierto, no se trata de un escepticismo nihilista: todas sus afirmaciones están basadas en papers científicos y lucen sustentadas, aunque también controvertidas.

“¿Es el calentamiento global algo inusual en, digamos, los últimos dos mil años?”, se preguntó Rosa Compagnucci, investigadora del Conicet y especialista en el fenómeno de El Niño, durante una conferencia que brindó esta semana en el Instituto Geográfico Militar. Y todas sus demás intervenciones apuntaron a reforzar la idea de que no sería tan infrecuente, y que el ser humano con su febril actividad industrial y de quema de combustible fósil apenas habría aportado algunas décimas a ese calentamiento.

Para ella, la principal razón de la variabilidad climática de la Tierra tendría más que ver con la astronomía: específicamente, con la caprichosa actividad solar, que ha demostrado no ser homogénea a través de décadas y siglos.

Acompañada. Para Eduardo Tonni, investigador principal de la Comisión de Investigaciones Científicas de la provincia de Buenos Aires (CIC) y jefe de paleontología de la Universidad de La Plata, “no se puede negar un calentamiento; la discusión es si fue generado por el ser humano o si es natural. Hay efectos de la acción del hombre, pero es mucho más probable que sea un producto natural”, indicó. “Muchos pensamos así, pero claro, esto no es políticamente correcto: sé que digo esto y me quedo sin subsidios”, se lamentó.

Por su parte, Víctor Pochat, presidente del Instituto Argentino de Recursos Hídricos, señaló que “hay voces discordantes sobre causas y razones del calentamiento, pero se escuchan más unas que otras. Científicos que merecen confianza por sus antecedentes dicen que se debería a la variabilidad climática, a ciclos de calentamiento y enfriamiento de la Tierra”, indicó.

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