domingo, 31 de octubre de 2010

Otros mares

Me verán en otros mares, como si el otro mar fuera otro planeta. Corresponsal que le dicen al prestado, nunca vendido.



El duelo perdura. Las ballenas se volverán hombres. Para su realización o para su desgracia.
Damaso Gomaz, ilustra.

jueves, 28 de octubre de 2010

Es para vos

Lo escribí hace un rato ya. Desestimo alguna apreciaciones. Pero guardo un mismo pensamiento. Podemos unirnos sin los Kirchners. Es hora de ser kirchneristas sin ellos.

Crítica al prejuicio puro

Blanca Nieves y el prejuicio

No recuerdo el cuento de Blanca Nieves. Sólo recuerdo que el espejo hablaba. Y que no podía mentir. Que la vieja era fea, y el espejo le decía fea. Y quién es la más linda: Blanca Nieves. El prejuicio no es un espejo. El espejo, usado en estos tiempos, en más de una casa de clase media, te devuelve un prejuicio que no se reconoce. Convengamos, en principio, que están los que apoyan este gobierno y los que no. Y en el medio, en ese espejo que dice la verdad pero en el que no se asume como tal el sujeto en cuestión, la clase media progre (entre comillas) que no apoya al gobierno. Aquí, no me preocupa tanto los que defenestran al gobierno ni los que son fervientes creyentes. Eso es claro y responde a condiciones históricas y simbólicas reconocibles. Quiero hablar, más bien, de esos que estamos frente al espejo y que, para lo lindo y para lo feo, tenemos que decirnos lo que somos, sincerarnos con lo que creemos para esta patria. De esta clase media depende el futuro del proyecto oficialista. Y como no me excluyo de este umbral, veo en otros contemporáneos la misma duda, el mismo prejuicio, que creo haber dejado atrás. Hace ruido, como quien dice, que alguien que se la da de progre no defienda a este gobierno. También suena raro que se nieguen a apoyar este proyecto, sirviéndose de conceptos de institucionalidad, de anticorrupción, de coherencia, de ir por los márgenes constitucionales, de las “formas”, de los tonos, y varias calificaciones que solamente responden a una estética, a un gusto, y como tal remite a una legitimidad simbólica de clase. Y si es de legitimidad de lo que se habla, solamente será de quienes mandan simbólicamente (y no se trata precisamente de este gobierno). Cada vez son más los conceptos que se crean para no aceptar que esos ideales semirealizados, estos cambios leves en algunos casos, históricos en otros, son lo que siempre defendieron de chamuyo, de café. También habrán derramado alguna lágrima ante la injusticia de este mundo, por algún ideal así y ahora no lo quieren aceptar. Se van de mochila a Perú, admiran a Evo, sueñan con el Che. Pero no. Las formas, la coherencia, no sé qué macanas. Ni qué hablar de quiénes siguen defendiendo escuelas económicas que poco se ajustan a la cosa cotidiana y prefieren ser ejemplos de manual que realidades sociales. Pero, si se pararan frente al espejo , ¿serían capaces de sacarse el prejuicio que disfraza todo de formas e institucionalidad? O, por lo menos, ¿se sincerarían con sus intereses dominados por la clase dominante y que, en lugar de soñar con un nuevo orden, sueñan con countries, 4x4 y celulares a todo trapo? Es hora, es el momento. A quienes alguna vez se les puso la piel de gallina con una leve ilusión de mundo más justo, acá está. No es el mundo perfecto, pero hay que prestar atención por donde corre el río. Porque si hacen fuerza para el otro lado, cambia la corriente y hay que remar en contra.

Contrarreforma del prejuicio

Aquí la cuestión es otra. No es el sujeto, que lejos de responder a una identidad individual, recoge el guante de argumentos, aunque bien fundados, no pasan por el tamizado, sino que son reproducidos cual vector. No se trata de defender al gobierno, ni a Cristina ni a Néstor. Ellos son meros marionetas de un “grupo”, “sector”, como se llame, que poco se sentía identificado con las ideas y tipos de carismas que venían existiendo en la política pos dictadura. Cristina y Néstor no son nada. Al que se adormece en su prejuicio de clase, hay que invitarlo a creer que ni Cristina ni Néstor son los protagonistas de estos cambios. Ellos, cual políticos de natura, redescubrieron, despertaron e, incluso, parieron (esto sí es mérito “también” de ellos) un sector, una ideas, unas prácticas que habían desaparecido. Por eso, ellos no son líderes, sino que nosotros, los que apoyamos este proyecto, lideramos estos cambios. Cada vez que el gobierno estuvo casi en la lona, recurrió a lo que muchos esperábamos, tocó ese lugar en el corazón que estaba desilusionado. Ese corazón que veía en otros países, líderes comprometidos con sangre y lágrima en los ojos (Lula, Evo). Cuando estuvo para el KO, dijo “bueno, ellos nos votaron, para ellos laburamos, los otros nos cagaron”. Por eso no son santos de mi devoción. Pero si el fin es bueno y justo, poco importa su pasado. Y entonces dijeron basta de monopolio mediático, fútbol para todos, memoria, asignación universal. Aunque el prejuicio retumbe que son antidemocrácticos, es difícil imaginar el conflicto de la 125 como tal, cuya resolución no fue favorable para el gobierno, pero que abrió un debate público pleno de democracia. El prejuicio tira sobre la mesa las formas. Qué formas? La retórica diplomática es para estados con más justicia que este. Cómo vas a tratar al empresariado local, a los medios, a los campos (no todos, obviamente), que realmente proponen una situación de crisis constante. A alguien le queda alguna duda de que la inflación tiene un elemento muy codicioso detrás? Ni que hablar del prejuicio de la inconstitucionalidad. Es cierto, este gobierno va por los márgenes. Pero nunca pateó por afuera. Y ese acto de casi inconstitucionalidad nos lleva a otra pregunta. Posiblemente, supere las expectativas del gobierno, incluso. Rozar lo constitucional no necesariamente es algo antidemocrático. No siempre tiene que ver con una dictadura. Anti constitucional puede significar huir de esa lógica binaria de democracia-dictadura e insertarse en otra dimensión que tiene más que ver con una nueva justicia, un nuevo orden. Rozar lo constitucional expone las condiciones históricas de un modelo constitutivo del Estado y la sociedad que ya parece caduco. Eso también lo muestra otra discusión que este gobierno, a su pesar, sostiene con la oposición y los medios. Cómo mierda funciona este congreso, cómo mierda funciona la justicia (con minúscula). Este cambio es más esencial. Cuando nos quejábamos del que “cambia todo para no cambiar nada”, acá lo tenemos. Los Kirchners, quizás, no evalúan la dimensión de la transformación que están gestando. Eso los hace más humanos. Eso nos invita a una participación, a dejar de joder con el prejuicio, viejo. Ellos abrieron un camino, que ni ellos habían pensado en 2003, lo sabemos. Por eso, el prejuicio contra ellos, hay que dejarlo de lado, porque, pese a lo bueno, sabemos que no son tan distintos a los otros. Por eso, no son todos laureles. Pero nosotros, sin prejuicio, debemos aprovechar esta puja entre poderosos para sacar provecho de nuestro propio provecho. Debemos perseguir eso que bien hace, que es mucho, desestimar lo malo, que también es mucho, pero siempre desde el apoyo. De su lucha nos conviene ser botines. Porque, si no, es una fuerza que perdemos. Señalar lo malo, no es atacar a los Kirchners. Enfatizar esos errores, es no superar el prejuicio y apedrear las alas de los que poco tenemos y mucho soñamos. Hay que estar atentos para que no se pasen de la raya. Sí. Pero ahora, por necesidad, están con nosotros y entonces no hay que poner la desconfianza en el primer saludo. Hay que abrazar estas pequeñas justicias y grandes victorias y vigilar que la oportunidad de los hechos no es tanto de ellos, sino de nosotros cuando dejemos el prejuicio atrás y asumamos nuestra participación sin peros.

lunes, 18 de octubre de 2010

viernes, 15 de octubre de 2010

El atlas

Este libro ganó el premio al más lindo de 2009. Estaba en un atrio franfurto.
No dejó de inspirarme hasta hoy. Y nunca dejará de hacerlo. Este es el verdadero Atlas de las islas remotas. Es como el reflejo del mar.




El atlas de las islas remotas

Al viejo se le ocurrió hacer un libro sobre las islas que nunca visitó ni nunca iba a visitar. El atlas de las islas remotas. Julio fue marinero mercantil. Digamos que se levantaba todos los días, al alba, para ir al puerto, cargar bolsas, partir, volver y volver a ir. El ponto. Hubiese podido, si quería, ser ingeniero, astillero. Pero el hombre quería el mar. Nada de quedarse a tierra. Todavía cuando no viajaba, salía a la calle, caminaba por Parque Patricios y pensaba cómo estaría el viento en la orilla. Trabajó para exportadoras suecas, alemanas, turcas. Había recorrido todos los mares. Había visto todos los soles, en sus colores, formas, lentitudes. Había leído muchos libros. Tres o cuatro, según la travesía. Y eso durante los treinti largos años de oficio. Pese a esa multiplicidad de paisajes observados y lecturas variadas, a pesar de la versátil capacidad de delatar el clima como pocos, encontraba todo idéntico. Daba lo mismo andar con la Chevrolet tartamuda por Zárate que entrar al puerto imperial de Hamburgo. Y como le daba lo mismo levantarse en la esquina de Caseros, donde había nacido, o en el puerto menos conocido del mundo, pensó en escribir no su experiencia de vida, que a él le resultaba decididamente monótona. Pensó en escribir sobre esos lugares de los que escuchó o vio en el mapa de pura casualidad. Una manchita arenosa entre tanto celeste. En todo caso, se dijo, escribir sobre las islas que, por no haberlas visitado nunca, lo dejaban imaginar –aunque sea imaginar– que existía algo que no se le asemejara. Una fruta que no fuera ni amarga ni dulce. Algún sistema de pesca diferente a los conocidos debido a cierta capacidad superior de la fauna marina autóctona. Por ahí, cierta disposición de la sombra que le revelara otra constelación estelar. Al fin, concluyó resignado, todo iba a terminar en semejanza. La incertidumbre de lo ignoto le daba un margen de posibilidad a lo mutante. Un agujero negro. El triángulo de las Bermudas. Por qué no.
Ya estaba grande para altamar. Lo jubilaron. No rico, pero sí tenía asegurado su futuro. Bastante solo, por cierto. La razón de que optara por trabajar de remisero. Seguía en el rubro transporte. Practicaba entonces la filosofía semántica o semántica filosófica a la que sometía al pasajero de turno. Deuda externa. Deuda viene de deber. Deber significa obligación y saldo nuestro respecto de otro, o sea, débito. Ambas cosas nos generan culpa. Sí, señor, es nuestra la deuda. Externa. Ex significa anterior. Terna es lo interior sin in-. Lo que no es dentro ni fuera es terna. Terna viene de tierno. Tierno de ternera. Ternera es lo intermedio de feto y vaca. Ternerita. Entonces, lo que ellos quieren, señora, es que les demos nuestra carne. Algo así como que reclaman la fuerza de trabajo de los inmigrantes que vinieron hace casi un siglo. Mi viejo, mi tía, su padre, señora. Ellos quieren que les devolvamos todo. No sólo quieren la vaca, la carne, quieren toda carne que les pertenezca sobre este territorio. Ellos también trajeron la vaca. Casi todo les debemos, sabe. Pero, yo, la verdad, sabe, no me siento culpable. Yo sé que ellos quieren de nosotros la carne. Viajé mucho, señora. Más de lo que se puede imaginar. Viajé mucho. Y siempre me dicen de la carne. Y de Maradona, claro. Pero mejor de ese no hablemos. Somos deudores de nuestra carne. Originalmente, en el Yuilyimaz, que es como la biblia de los tibetanos, el principio era carne. Nada de tierra, barro, costillas, girasoles. Carne, pedazo de carne, un bifecito. Que era carroña que venía del cielo y como en esa época el mundo giraba más rápido, la carne fue tomando forma, hasta llegar a lo de hoy. Es como que la energía aerodinámica fue dándole forma al cuerpo. Algo así como poner un pedazo de carne en una montaña rusa. Igual sabemos que no es verdad. Es todo fantasía. Pero adonde quiero ir es que la deuda no es de pesos, dólares, lo mismo da. De carne, la deuda ex de ternera. Sabe. Dígame si la aburro. Yo acá practico la semántica filosófica o la filosofía semántica, porque también escribo. Pero sobre otras cosas. Soy muy leído. De marinero, sabe. Laburé toda mi vida de marinero, por gusto. Pero también leía. Cultivarse que le dicen. Me jubilaron. Me alcanza. Pero me aburre estar en casa. Disculpe si le hablo tanto. Usted dígame y listo. Pasa que yo lo encuentro interesante.

domingo, 10 de octubre de 2010

El premio

"Menos mal que no me dieron el Nobel, no me traje pilcha para ser Nobel". Frankfurt, 7 de octubre, de boca de Gelman.

sábado, 2 de octubre de 2010

La patria chica

El frío ya no galopa, se volvió una amenaza que sabe consumarse. Ni siquiera terminamos septiembre y se está poniendo violento esto. No importa. Nada nos detiene. Hoy jugamos al fútbol en treptower park.
Y en ese constrate extraño (no recuerdo) las mañanas soleadas por Villa del Parque. Me dijeron que andan ballenas por allí.




Gracias Martu, gracias Nacho.

PD: Esta ballena me generó particular interés y, por eso, la añoranza. La doble fotografía, a diferencia de otras imágenes balleneras, permite establecer una tridimensionalidad, aunque sea leve. Recompone, en breves, el contexto y el contexto es el barrio. Pero no sólo eso, sino que si únicamente colgara la foto de la ballena unísona, sería una más, entre tantas, y entraría a ese baúl de imágenes. Completamente ajena a su lugar de existencia fuera del mar. En cambio, si fuera solo la segunda, no despertaría la ternurita que genera la ballena sin más. Este par de fotos, entonces, son cara y ceca.