lunes, 14 de junio de 2010

Bache



Baches. Definción o condición ontológica del tiempo. Grietas, cráteres. Bache. Che. El bache junta agüita, ese charquito que dura, unos días dura. Pero vuelve, como un lago, pequeño pero lago al fin. Y, pese a los gobiernos, en las calles reflorecen los baches, cual malezas, o como los quebrachos en el monte. El bache nunca deja de serlo. Para los vecinos, saben que siempre estuvo ahí. Y tape quien los tape (los candidatos pasan y puede ser más importante que la seguridad) los baches vuelven a estar donde siempre estuvieron. El ser del bache es amable. Nadie puede negar la simpatía que provoca. Tanto a los peatones que los saltan como a los conductores que los esquivan. Forma del paisaje y ya. El bache, lindo el bache. Sabemos, empero, que no podemos dejar que se reproduzcan como nómades. La vida sería un caos entonces. Será cuestión de enmendarlos, quizás de racionarlos. Pero ¿quién odia los baches? Vale la puteada. Vale. Pero también despiertan las ganas de nadarlos. De bucearlos. ¿Nos llevarán a otro mundo? "¿Qué hago acá?", se pregunta el bache. Y, por ende, a nosotros ¿qué querés que haga? "Bache sos" tira la mirada un sacudón. Bache, sí, podemos decirle. Es que siempre estás, como con ganas de tirarme y chapuzear. Aunque te tiremos toneladas de reboques, el bache está. Porque no es una cosa, ni un paisaje. Es una idea. El bache es una máquina de revelar vacíos. Como el sistema a cuerda de un reloj, los baches burbujean desde el querido recuerdo-presente. "¿Qué hacés acá?, glup, glup" el bache te devora. Muestra sus dientes, los miles taladros taktaktakt. Suave, suave, el bache remoja lo que se refleja. Apenas colores, pero los va amalgamando hasta que quede color charco. El bache, el bache. "Uy, ahí vienen a taparlo". Los vecinos aplauden. El bache se sigue riendo, porque sabe que está por hacerse en algún otro territorio del cuerpo.

3 comentarios:

  1. El Charco (Juana de Ibarbourou)

    Llovió esta tarde y frente a mi casa, en el empedrado lleno de baches, se ha formado un charco. Parece un pedazo de espejo tirado en medio de la calle. Al anochecer, sereno ya el tiempo, unos gorriones que tienen sus nidos enfrente, en el cerco de las campanillas azules, vinieron a beber de él. Fue luego un can vagabundo, flaco y peludo, que se acercó a apagar su sed en el charco. Ahora, al reflejar un trozo de cielo, se ha llenado de estrellas. Y mañana, al alba, se irisará con todos los colores de la aurora. Pero después, cuando pasen para el mercado los carros de verdura y de fruta, más de un pesado casco de mulo desgarrará su agua serena. Y el sol, más tarde, lo absorberá gota a gota, hasta que el bache vuelva a quedar seco, con un triste aspecto de esqueleto. El charco, entonces, se habrá ido a las nubes, como dicen que las almas de los buenos se van al cielo después de haber vivido su vida como un hombre noble y soñador: apagando bondadosamente la sed de los dulces pájaros y de los perros sin dueño; reflejando estrellas; sintiendo en sus entrañas vivas la dura pezunia de los mulos que pasan. O, lo que es lo mismo: amando, soñando, sufriendo.

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  2. ey! muy buebnno! mejor que el bache ballenero!

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  3. No mejor, otra visión!

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