lunes, 28 de junio de 2010

Postales



Estas postales balleneras son para que me escriban cuando me vaya pa Berlín (3 de agosto). Antes podemos salir a festejar y despedirnos (que no tenga fecha de regreso no significa que no regrese, eh!). Quizás sean unas semanas o unos meses. Veremos cuánto duran los euros y cuánto extraño buenos aires (mejor dicho, mi vida por acá, a Macri no lo extraño).
En el entretanto, miro como un niño frente a discovery kids los partidos del mundial, las entrevistas, los programas que no son de fútbol pero hablan del mundial, los noticieros que repiten los goles, las repeticiones de los partidos, las conferencias de prensa, los resúmenes de las conferencias, todo todo. Como con la gripe A (dónde está, cuándo llega el fin del mundo?), volví a sentir la comunidad. Es decir, todos, aunque los que no quieran, saben algo, escuchan un rumor de jabulanis, un zumbido de vuvuzelas. Toditos mancumunados y conscientes que el destino (mediático) de la Argentina cambiará luego de este torneo. Todo un teatro de la realidad. Así como las guerras "sirvieron" (mejor digamos "pese" a las guerras) al avance técnico, tecnológico, científico en todas sus maneras y colores, los mundiales suelen ser campos de prueba y ejecución (acompañados por el consumismo) de los nuevos chiches. Sea High definition, sea televisión digital, sean pelotas jabulanis, sean cámaras increíbles (dónde queda la poesía desde los relentos de las imágenes?), sean los botines estelares que pesan lo que un telgopor. No vamos a retomar las comparaciones del fútbol como épica, la guerra y el fin del mundo. Nuestro lema es: "queremos más mundiales y menos guerras".



pd: muy frívolo el post no?

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