miércoles, 30 de marzo de 2011

El tsunami derechozo que recorre Europa

El amigo Martín cuenta cómo anda la fantasía alemana. Sensaciones muy parecidas a las propias, además de describir sobre el farolito de la casa en que nací.

El eje populista en Alemania: notas sobre multiculturalismo e integración.

Grietas en el consenso progresista alemán: el best-seller del 2010 se llamó "Alemania se deshace". Los turcos, en la mira. Una nota sobre cómo, otra vez, la izquierda europea le regala el populismo a la derecha.


por Martín Baigorria


Grietas en el consenso progresista alemán: el best-seller del 2010 se llamó "Alemania se deshace". Los turcos, en la mira. Una nota sobre cómo, otra vez, la izquierda europea le regala el populismo a la derecha.

Como todo 24 de marzo, el 1° de mayo en Berlín es una buena oportunidad para calibrar el estado real en que se halla la izquierda vernácula. A diferencia de nuestro país, el día del trabajador no se diluye en un simple feriado nacional, sino que consiste en un evento masivo hecho de múltiples festejos idiosincráticos, capaz de convocar por igual a jóvenes, familias, y jubilados. En el caso de Berlín, el epicentro de las celebraciones es Kreuzberg, icono multicultural por excelencia y antiguo escenario de las batallas contra la especulación inmobiliaria a fin de los setenta. Ubicado en ese escenario, un hipotético recién llegado no dudaría en ver allí cumplidas las fantasías más desatadas de la izquierda liberal, el combo perfecto de convivencia pacífica, participación vecinal, y arte comunitario: bandas en vivo, chicos turcos rapeando, punks, puestos naturistas, ecologismo, cerveza y kebap. Si tenemos en cuenta que el 1° de mayo coincide con la llegada del sol después del cono gris que deja sepultado a Berlín durante el invierno, no es difícil alucinar un poco, y concluir que, al fin, la promesa libertaria tomó las calles.
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Este último verano esta percepción terminó de salir a la luz: “Adios al Multikulti”, decía la portada de la revista Zitty. El tema del artículo central era el desencanto de las parejas jóvenes de clase media que se habían mudado a Kreuzberg atraídos por su imagen de tolerancia y diversidad. Una vez instalados, no tardaron mucho tiempo en descubrir que sus hijos asistían a escuelas públicas donde la mayoría de los estudiantes eran de origen inmigratorio. Pero el escándalo definitivo apareció cuando sus hijos comenzaron a volver de la escuela hablando alemán “a la turca”, sin preocuparse por usar artículos o declinaciones. Más allá de que la nota señalara las causas de estos desajustes (falta de contención pedagógica, la improvisación de un sistema sin el adecuado financiamiento, etc.), la señal de alerta aparecía clara en el horizonte: la decepción multiculturalista no era un simple cambio de moda, sino más bien un quiebre en las ilusiones progresistas de las familias más jóvenes, supuestas encargadas del recambio ideológico generacional.

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