lunes, 4 de abril de 2011

Fin de la curiosidad

Hoy he traducido las últimas palabras del libro. Un shock. Es algo que se nos va, otra cosa más. Si es que pueden separarse los tiempos y espacios de la vida, este sería el último lastre berlinés. Lo es en un sentido. En otro, es la prolongación de un interés, del búho boliviano que posa sobre mi escritorio (gracias Dario). No sé en qué mar vuelan los búhos. Como le dije a otro amigo, el final es casi benjaminiano (todos lo son). Lo lamento por los amigos antibenjaminianos, no soy partidario de, sí me reconozco como un aurático post verbum. ? Helga, fuiste mi amor otoñal, de bruma kreuzbeana, de calor almagreño.
Las últimas que se van, van con la noche:

¿La realidad imitará finalmente a la teoría, tal como ocurrió en los mercados financieros? La respuesta dependerá de si estamos preparados para seguir siendo modernos en el futuro, para un futuro que, como construcción de una especie particular de nicho, necesita de la ambivalencia como recurso cultural.

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