Ufff... hace unos días vi el documental de Kluge "Noticias de la antigüedad ideológica Marx- Eisenstein- El Capital" (Nachrichten aus der ideologischen Antike - Marx/Eisenstein/Das Kapital). Ufff...quería ver toda la serie de dividís de corrido. Pero la programación debía seguir. La sala dejaba la sensación de que nada de lo que se pudiera ver después era importante, nada. Y no quería quedarme sólo para ver todo el dividí, por decirlo de otra manera, sólo por verlo. Deseo esa cosa de someterse a un lavado (o memorandum) de las cosas que dijo Marx. Que los powerpoint y sus letras me sigan pegando en la jeta, que la música moleste, inquiete. Quería agotarme de tejer relaciones, de llevar teorías a la práxis, releer mi vida cotidiana a través de otras imágenes. Digo memorandum porque no es algo que no supiéramos. De hecho, a veces el doc cae en una pedagogía algo melosa. Aunque melosa por momentos, forma parte de la vieja doctrina. Mejor dicho, de la vieja forma de adoctrinar. Si hace 80 años los medios masivos de comunicación taladraban la (a)percepción de los humanos bajando líneas, el proceso con estos docs es inverso. Algunos humanos quieren revivir esa experiencia del adoctrinamiento chapada a la antigua pero de forma conciente. Es una percepción elegida. Un sometimiento de gente que elige que le digan eso que reposa en la memoria teórica y en la memoria experiencial. Me taladraron durante apenas unas dos horas. Y hay dividí para varias más. Naturalmente, decir que someterse a un doc es vivenciar algo parecido a un alemán del 30 respecto del bombardeo mediático es juguetón. Nunca podrá revivirse tal cosa. Pero esa suerte de misa marxista (?) lejos de intervenir directamente en la vida diaria, como sucedía hace 80 años, lo hace como proclama de guerra desde los márgenes del circuito cinéfilo de la sala Lugones. Las explicaciones gráficas de Kluge sobre el fetichismo, la mercancía, etc, etc, nos convocan a salir y tirar esa hermeútica a la calle. ¿Qué compramos (consumimos)? Y en esa pregunta ontológica se resume el cómo, el porqué y el para qué. Nada que no supiéramos.
Amén de la misa siempre necesaria, el doc también vuelve, además de traer El Capital, sobre el cine y sus creaciones. Luego de una vida de cine, en el que la música define la imagen, la imagen la música, el punto de vista la perspectiva, viceversa, etc, etc, Kluge dispone una estética pura (?) en su buen sentido. Cada elemento que compone el documental tiene su lugar. Tiene su protagonismo sin ser interferido por sensaciones ajenas a la materialidad propia de cada elemento. Allí donde había palabras, se detenía la frase. Allí donde había una entrevista, el reportado se reía, guiñaba, decía. Allí donde había música y recitado la cámara se congelaba, no quería vender las imágenes de la música, sino que servía de canal entre yo y la meolodía y el recitado. Y así. Pocas veces se cruzaban, se filmaban, se ponían en movimiento para su amalgama. Así Kluge filarmoniza el documental, dejando a cada instrumento su lugar, su tempo. Y sí, cuando el espectador lo espera, los fusiona suavemente, casi como si no fuera necesario.
Dijimos algo sobre el cine, pero aún más allá había también espacio para otra pregunta, más bien, otra inquietud, que, de alguna manera, explicaría la razón de querer ver TODAS las noticias de la antigüedad ideológica. Kinofizieren, que en alemán no existe, bien podría traducirse como "cineficar". Kluge rescata del olvido una empresa de Eisenstein: kinofizieren El Capital. Eisenstein con el poder del Estado debía (esos deberes que uno desea) cineficar la obra de Marx. Sí, y en apenas una hora y media (si la memoria no vaya). Pero, ¿por qué hay un documental sobre algo que no se realizó? Formulado de otra manera, las noticias de la antigüedad se preguntan por un deseo, por una locura. La empresa imposible, la de kinofizieren el Capital, aquella que resulta difícil de creer, imposible de realizar, es lo que genera esa adicción. En la época del frívolo impossible is nothing de Adidas y sus maratones (bueno, ¿de ello se trata no?), Kluge lleva a cabo la empresa imposible siempre con gusto a poco, con gusto a más, y también deja latiendo la necesidad del sentimiento de utopía a partir de viejas utopías, de sus creadoras mentes ambiociosas de grandes creaciones, monumentales, con el leve deseo de despertar más utopía en los espectadores.
El doc, auspiciado por el Goethe Institut, que pasan hoy por última vez en el ciclo DocBsAs remite a aquella empresa imposible y sus posibles mutaciones y realidades. ¿Quién consigue el resto de los dividís?
PD: se repite en el ciclo de Kluge a partir del 16 de noviembre.
Amén de la misa siempre necesaria, el doc también vuelve, además de traer El Capital, sobre el cine y sus creaciones. Luego de una vida de cine, en el que la música define la imagen, la imagen la música, el punto de vista la perspectiva, viceversa, etc, etc, Kluge dispone una estética pura (?) en su buen sentido. Cada elemento que compone el documental tiene su lugar. Tiene su protagonismo sin ser interferido por sensaciones ajenas a la materialidad propia de cada elemento. Allí donde había palabras, se detenía la frase. Allí donde había una entrevista, el reportado se reía, guiñaba, decía. Allí donde había música y recitado la cámara se congelaba, no quería vender las imágenes de la música, sino que servía de canal entre yo y la meolodía y el recitado. Y así. Pocas veces se cruzaban, se filmaban, se ponían en movimiento para su amalgama. Así Kluge filarmoniza el documental, dejando a cada instrumento su lugar, su tempo. Y sí, cuando el espectador lo espera, los fusiona suavemente, casi como si no fuera necesario.
Dijimos algo sobre el cine, pero aún más allá había también espacio para otra pregunta, más bien, otra inquietud, que, de alguna manera, explicaría la razón de querer ver TODAS las noticias de la antigüedad ideológica. Kinofizieren, que en alemán no existe, bien podría traducirse como "cineficar". Kluge rescata del olvido una empresa de Eisenstein: kinofizieren El Capital. Eisenstein con el poder del Estado debía (esos deberes que uno desea) cineficar la obra de Marx. Sí, y en apenas una hora y media (si la memoria no vaya). Pero, ¿por qué hay un documental sobre algo que no se realizó? Formulado de otra manera, las noticias de la antigüedad se preguntan por un deseo, por una locura. La empresa imposible, la de kinofizieren el Capital, aquella que resulta difícil de creer, imposible de realizar, es lo que genera esa adicción. En la época del frívolo impossible is nothing de Adidas y sus maratones (bueno, ¿de ello se trata no?), Kluge lleva a cabo la empresa imposible siempre con gusto a poco, con gusto a más, y también deja latiendo la necesidad del sentimiento de utopía a partir de viejas utopías, de sus creadoras mentes ambiociosas de grandes creaciones, monumentales, con el leve deseo de despertar más utopía en los espectadores.
El doc, auspiciado por el Goethe Institut, que pasan hoy por última vez en el ciclo DocBsAs remite a aquella empresa imposible y sus posibles mutaciones y realidades. ¿Quién consigue el resto de los dividís?
PD: se repite en el ciclo de Kluge a partir del 16 de noviembre.
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