viernes, 30 de octubre de 2009
¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquéllos!
La ruptura frustrada:
Lo nuevo a la sombra de lo viejo en algunos tangos de Manuel Romero
¿Cómo explicar que antes de la época dorada hubo un intento paródico del tango? Quizás no sea parodia el término apropiado, puesto que ella se adecuaría más a la poética de Santos Discépolo, tal como la describe Pesce en su artículo “Discépolo, Onetti y Scalabrini Ortiz. El ancho mundo de la literatura y la cultura popular”. Será, tal vez, un gesto de reproche o simplemente uno burlón del diálogo que crea Manuel Romero entre “Tiempos viejos” y “Tiempos nuevos”. Según Franciso Canaro, la primera data de 1925. En cuanto a la segunda, si bien su fecha no está determinada con exactitud, se deduce que fue escrita en el período 1927-32 en el que Manuel Romero editó las letras con el nombre de su hermano Julio. Más allá de la fidelidad de los testimonios, es evidente que una es posterior a la otra. En la corporalidad misma de la palabra, las letras entablan una intertextualidad que, incluso, llega a la (auto)cita explícita de Romero.
“Tiempos viejos”: ¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquéllos!
“Tiempos nuevos”: […] y cuando están mamados [los jovies que formaron la Guardia Nacional]les da por recordar: “Hermanos, aquellos tiempos que pasaron, ¿te acordás la noche que rompí un espejo en el Petit?”
No es sólo esta referencia burlona de un tango a otro, sino que existen otros elementos poéticos de intertextualidad, como la gomina o el cocó, o como el cambio de la letra dialógica de “Tiempos viejos” a un nosotros exclusivo más propio de manifiestos vanguardista de la época y también a la teatralización en “Tiempos nuevos” de aquella recreada en su predecesora. Además, en el caso de la gomina, otros tangos de Romero refieren a los valores sociales que su uso remite; como, por ejemplo, en “¡Pero usa gomina!” o “¡Gabino!”. En estas letras, Romero pone en juego no sólo los tiempos de la vida, sino los del tango como escuela de valores. No obstante, este leve giro en la visión de Romero sobre el tango y la propia producción poética parece no continuar en la línea de “Tiempos nuevos”. Basada en “Tiempos viejos”, en 1926 Romero escribe la obra de teatro Los muchachos de antes no usaban gomina, la cual fue llevada al cine en 1937 y 1948. Proponemos indagar, entonces, la intertextualidad entre “Tiempos viejos” y “Tiempos nuevos” de Romero en un contexto en el que el cine otorga otros éxitos y fracasos para la poética del tango.
jueves, 29 de octubre de 2009
El canto de las ballenas
Sol artificial, de J. P. Zooey (Buenos Aires, Paradiso, 2009, p. 42).
Gracias Hernán!!
martes, 27 de octubre de 2009
Nacidos vivos
Saidel Brito, ganador de la Bienal de Cuenca, Ecuador.
Gracias Ana!
domingo, 25 de octubre de 2009
Kinofizieren
Amén de la misa siempre necesaria, el doc también vuelve, además de traer El Capital, sobre el cine y sus creaciones. Luego de una vida de cine, en el que la música define la imagen, la imagen la música, el punto de vista la perspectiva, viceversa, etc, etc, Kluge dispone una estética pura (?) en su buen sentido. Cada elemento que compone el documental tiene su lugar. Tiene su protagonismo sin ser interferido por sensaciones ajenas a la materialidad propia de cada elemento. Allí donde había palabras, se detenía la frase. Allí donde había una entrevista, el reportado se reía, guiñaba, decía. Allí donde había música y recitado la cámara se congelaba, no quería vender las imágenes de la música, sino que servía de canal entre yo y la meolodía y el recitado. Y así. Pocas veces se cruzaban, se filmaban, se ponían en movimiento para su amalgama. Así Kluge filarmoniza el documental, dejando a cada instrumento su lugar, su tempo. Y sí, cuando el espectador lo espera, los fusiona suavemente, casi como si no fuera necesario.
Dijimos algo sobre el cine, pero aún más allá había también espacio para otra pregunta, más bien, otra inquietud, que, de alguna manera, explicaría la razón de querer ver TODAS las noticias de la antigüedad ideológica. Kinofizieren, que en alemán no existe, bien podría traducirse como "cineficar". Kluge rescata del olvido una empresa de Eisenstein: kinofizieren El Capital. Eisenstein con el poder del Estado debía (esos deberes que uno desea) cineficar la obra de Marx. Sí, y en apenas una hora y media (si la memoria no vaya). Pero, ¿por qué hay un documental sobre algo que no se realizó? Formulado de otra manera, las noticias de la antigüedad se preguntan por un deseo, por una locura. La empresa imposible, la de kinofizieren el Capital, aquella que resulta difícil de creer, imposible de realizar, es lo que genera esa adicción. En la época del frívolo impossible is nothing de Adidas y sus maratones (bueno, ¿de ello se trata no?), Kluge lleva a cabo la empresa imposible siempre con gusto a poco, con gusto a más, y también deja latiendo la necesidad del sentimiento de utopía a partir de viejas utopías, de sus creadoras mentes ambiociosas de grandes creaciones, monumentales, con el leve deseo de despertar más utopía en los espectadores.
El doc, auspiciado por el Goethe Institut, que pasan hoy por última vez en el ciclo DocBsAs remite a aquella empresa imposible y sus posibles mutaciones y realidades. ¿Quién consigue el resto de los dividís?
PD: se repite en el ciclo de Kluge a partir del 16 de noviembre.
miércoles, 21 de octubre de 2009
Mal tiempo
Dicen de Mal tiempo:
Je devais accompagner de jeunes espoirs français partis s’endurcir à Pinar del Río. Chaleur caraïbe, sessions d’entraînement intenses, riz-haricots noirs au menu, dortoir collectif... Le stage s’annonçait rude. Très rude. A trente ans, la fin de carrière approchait. Je le pressentais déjà.
Nourri de Conrad, Hemingway, Cormac McCarthy, David Fauquemberg, lauréat du prix Nicolas-Bouvier, installe ses personnages dans les feux du ring. Leurs corps, leurs mots, leurs actes tentent de défier un monde insensé. Mal tiempo…"
Para aceitar un poco el francés, acá, un fragmento de Mal tiempo.
Acá, la crítica de Le monde.
lunes, 19 de octubre de 2009
domingo, 18 de octubre de 2009
Que la chupen. O la máquina de hacer culto
viernes, 16 de octubre de 2009
Se fue la primera
Por suerte, había una segunda parte, a la que había que esperar: Hunt. Ahora sí, para eso había pagado la entrada. De nuevo, como festivales anteriores, la danza haciendo preguntas sobre la representación y sobre el teatro. No era necesaria la pantomima. Hacían falta esos 32 minutos de solo en el escenario. No hacía falta una estética fluorescente y fiorda (¿??). Ahí estaba el pibe, haciendo cisnes (el gesto de un cisne, no “el” cisne) y su metamorfosis humana: la corrida y el salto bípedos. Más la armonía de luces y su explosión. Estábamos advertidos (no era apta para epilépticos). Nuestro cuerpo, ya no el que está sobre el escenario, sufrirían un proceso de cansancio. Un agotamiento por translación, por recepción y por conmoción. ¿Cuántas veces nos obligan a cerrar los ojos en el teatro? ¿La única forma de vivir la experiencia teatral es sabiendo todo? Y cuando se repetía la explosión lumínica por segunda ya sabíamos, casi como un reflejo, que debíamos cerrar los ojos. ¿No es ello la experiencia del teatro durante el teatro mismo y no la reflexión tras la obra? ¿No es la reflexión, sino el reflejo reflexivo? En unos minutos, vivimos toda la experiencia del teatro y toda su teoría. Luego de ese shock repulsivo (no sólo yo, sino la gente que me acompañaba sentía algo parecido), otro momento fue unheimlich, maravilloso. El cuerpo del bailarín atravesado por miles de imágenes. ¿Es el uso de la tecnología algo nuevo en el teatro? No, no lo es y nunca lo será. Es un instrumento más y su uso, su integración en la obra, es lo que puede ser novedoso. Y de ahí que se puede hablar de deux ex machina, no por el elemento en sí, sino por el efecto que él provoca. Ni que hablar de la música, que jamás se podría decir de ella que renueva el teatro. ¿No es el cuerpo y la voz de los actores un ritmo ya? Pero esa no es la cuestión. Luego del solo y los claroscuros, ese cuerpo bañado de imágenes interminables no dice algo de la imagen. Dice algo de nosotros. El cuerpo sumergido en un mundo de imágenes que no pueden retenerse y que, no obstante, dejan sus huellas. Y la inversión, la última, y más tenebrosa. El ojo sobre el cuerpo. El ojo que recibe y que mira al espectador. Y nosotros, espectadores, que lo miramos. Y él que nos sigue y que se multiplica, y achica y agranda. Y nosotros que los miramos mutar, ser otra cadena de imágenes y esperar que esa catarata vuelva a ser un ojo fijo, lento, que nos mira. Ya no sé dónde termina ese ojo-cuerpo que produce naúseas y que, sin embargo, necesitamos. Ahora sí, había que quedarse.
Acá, La tecnología y la música renuevan el teatro mundial (por María Silvina Ajmat)
Gracias Lu!
miércoles, 14 de octubre de 2009
Kill Bill Percustein (by Sakamoto)
domingo, 11 de octubre de 2009
Oremos
En este domingo victorioso, la Carta de Walter a los benjamines de Roma:
FRAGMENTO TEOLÓGICO-POLÍTICO[1]
Sólo el Mesías consuma [vollenden] todo acontecer histórico y, en este sentido, libera [erlösen] su remisión a lo mesiánico, la consuma, la crea. Por eso, nada histórico puede querer remitir por sí mismo a lo mesiánico. Por eso, el Reino de Dios no es el télos de la dýnamis histórica; no puede ser puesto como una meta [Ziel]. Visto históricamente, no es una meta, sino un fin [Ende]. Por eso, el orden de lo profano no puede ser constituido en el pensamiento del Reino de Dios. Y, por eso, la teocracia no tiene un sentido político, sino sólo uno religioso. Haber negado con tanta intensidad el sentido político de la teocracia es el mayor mérito del Espíritu de la Utopía de Bloch.
El orden de lo profano debe erigirse sobre la idea de la felicidad. La remisión de este orden a lo mesiánico es una de las enseñanzas esenciales de la filosofía de la historia. Y ella produce una concepción mística de la historia, cuyo problema puede explicarse en una imagen. Si el extremo de una flecha apunta a la meta en la cual se destaca la dýnamis de lo profano y el otro extremo apunta hacia la intensidad mesiánica, la búsqueda de la felicidad por parte de la humanidad libre intenta escapar de esa dirección mesiánica. Pero, así como una fuerza tiene la virtud de atraer por su trayecto a otra fuerza que va en dirección contraria, el orden profano también promueve la venida del Reino mesiánico. Lo profano no es, entonces, una categoría de ese Reino, pero sí una categoría, la más acertada, de su aproximación más discreta. Pues en la felicidad todo lo terrenal aspira a su ocaso, y sólo en la felicidad le está destinado hallar el ocaso –mientras la inmediata intensidad mesiánica del corazón, del interior del individuo humano, pase por la infelicidad, en el sentido del sufrimiento–. Con la restitutio in integrum espiritual[2], que introduce en la inmortalidad, se corresponde una mundana que conduce a la eternidad de un ocaso. Y el ritmo de lo mundano que discurre [vergehend] eternamente, de lo mundano que discurre en su totalidad, en su totalidad espacial pero también temporal, el ritmo de la naturaleza mesiánica, es la felicidad. Pues mesiánica es la naturaleza de su eterno y total acontecimiento discurrido [Vergängnis].
Aspirar a este acontecimiento discurrido, incluso, para aquellas fases del hombre que son naturaleza, es la tarea de la política mundial, cuyo método ha de llamarse nihilismo.
[1] Benjamin, Walter, Theologiches-politisches Fragment, en: Gesammelte Schriften, edición al cuidado de R. Tiedemann/H. Schweppenhäuser, Frankfurt/M., Suhrkamp, 1991, tomo II, 1, pp. 203-204. A diferencia de Adorno que lo fechaba en 1938, los editores sostienen que fue escrito entre 1920/21. El título fue puesto por el mismo Adorno.
[2] El término geistlich, aquí traducido por “espiritual”, debe distinguirse de geistig. Mientras el primero remite a lo religioso en oposición a lo profano, el segundo lo hace en oposición a lo material.
Walter Benjamin, Estética y Política, Editorial Las cuarenta.Oh dios ballena
Gracias Nacho!!
Fuente: Olé.
sábado, 10 de octubre de 2009
La ficción política
Arribemos a la transnoche del Senado. Una de los senadores (Chiche) dijo que "desde las 10 de la mañana que llegamos aquí, todos sabíamos que íbamos a votar, nada de lo que dijéramos iba a cambiar el voto de ninguno de nosotros, ya pasaron 14 horas y nada de lo que dijimos cambió alguna decisión". Citó a Palacios cuando, pese a un Senado conservador, los convenció de algunas leyes laborales. Después habló otro Senador (Pichetto), se refirió a esas mentiras que ahora murieron, se refirió al blando argumento del "consenso" que había tenido un Senador opositor. Claro, esgrimió, el consenso es necesario, pero no un consenso absoluto, porque pensar eso, sería pensar en una sociedad sin conflicto, y en el Congreso se dirimen, de forma republicana, la disputa de intereses y, por eso, no se puede exigir un consenso absoluto, un consenso en el que una minoría valga lo mismo que la mayoría que votó a este gobierno y a este Congreso. En fin, nada nuevo.
Lo que voy a escribir tampoco es nada nuevo. La política sería, es -a partir de estas fracesitas-, una ficción. Si nadie cambió su voto al oír a otros senadores, ¿por qué la puesta en escena de un debate? ¿Por qué los miramos? Porque los miramos, es una respuesta. Hay espectadores y, entonces, tiene que haber show. Horas y horas de un debate que no torció decisiones. Pero no porque haya que modificar algo, sino porque en sus entrañas (y en las nuestras también) se sabía que todo era un preludio para la aprobación. Acentos más, acentos menos, chicanas más, chicanas menos, los senadores expusieron durante 16 horas. ¿Qué es el consenso, aprobar con consenso? ¿No es el Congreso el lugar del consenso? Consenso no implica hacer todo lo que yo quiero, como esgrime el Senador. ¿Qué tipo de ficción sería un consenso mal concebido? ¿Es una ficción o una mentira? ¿Qué piensa un Senador para pedir consenso, con tal de que se modifique lo que pide la mayoría representada? Seamos ingenuos. Más que ficción, ¿qué utopía construye ese consenso representativo de minorías?
Pues bien, ¿qué es un ritual sin fe? Donde las prácticas persisten sin convicción, entonces somos cómplices de una ficción. ¿Votamos convencidos, aunque sea levemente? ¿Creemos en la performance parlamentaria? Cuando hacemos el pasaporte ¿sentimos en nuestra piel la argentinidad? O acaso vivimos en otras ficciones, como las de aquellas del himno secularizado, la de la bandera marketinera. En la ficción deportiva (el fútbol, rey Maradona), turística (el tango, el gaucho), amasamos la identidad argentina, la representación política. Y en la política dejamos entrar las ficciones y sus primas. Las fantasías, las idolatrías de cartón, los fanstamas y el show.
Hoy VICTORIA, mañana las comas
¿Cómo contar lo que pasó ayer dentro y fuera del Congreso de la Nación?
Por Santiago Kahn para elmardelasballenas y para la República
Hay una característica ontológicamente intransferible de la experiencia. Cuesta más al ver que, de lo que se trataba esta jornada, era nada menos que de una Ley bisagra para la historia política, social y cultural de la Argentina. Si a esto le sumamos la liturgia peronista de bombos, banderas, micros y aparato pejotista; la presencia de vastos grupos de estudiantes –eminentemente de carreras sociales, supongo- y de trabajadores de toda índole –pero sobre todo sindicatos de actores, técnicos, comunicadores, locutores, entre otros-; estamos ante un acontecimiento de una magnitud muy diferente a lo que los medios gráficos (y algunos audiovisuales) titulan hoy. El acto en apoyo de la Ley estaba organizado por la Coalición por una Radiodifusión Democrática, flamantemente reconocida por un trabajo que llevan adelante hace cinco años: los 21 puntos por el Derecho a la Comunicación. Admitámoslo, hace unos años, sólo la gente del palo sabía de ellos; los involucrados y los que nos topamos con ellos por su militancia, por ejemplo, en las Facultades de Ciencias Sociales y Carreras de Comunicación, el espacio o aire que tuvieron en medios alternativos y comunitarios, etc. En fin. Llegué temprano a la Plaza del Congreso, unos minutos antes de las 17 horas. Había visto y escuchado los primeros discursos a través de la Televisión Pública. Admito que ante las palabras de los Senadores Guillermo Jenefes y Carlos Reutemann (por el FpV en la Provincia de Jujuy y por el PJ de la Provincia de Santa Fe, respectivamente) empecé a creer que pese a ciertos vaticinios, iban a seguir tergiversando, mintiendo y operando hasta el final. No sabía, a esta altura, si podía o no torcerse la votación. En rigor, cuando aquel 18 de marzo de este año se presentó el (mal llamado) anteproyecto de Ley, la Propuesta de Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que luego pasara por todo el país a través de Foros Abiertos, decenas de charlas organizadas oficialmente por el COMFER y cientos de actos, charlas y debates desde Universidades Nacionales, Partidos políticos, ONGs, Sindicatos de Prensa, Radios comunitarias, barriales, alternativas, etc., realmente creí que nunca iba tratarse en el Congreso. Y que si ocurría, no pasaba de la Cámara de Diputados. El tiempo, el revés electoral del 28 de Junio para el Kirchnerismo y una serie de factores que alinearon los planetas llevaron a que ayer, 9 de Octubre de 2009 (una fecha cargada de significaciones), se tratara la media sanción de Diputados.
Cuando se dice que se desplegó el aparato del PJ Bonaerense, que el Kirchnerismo copó la Plaza y afirmaciones similares, realmente me ofende un poco. Creo que éramos muchos los que fuimos de a pie, sin estandartes, más no sin convicciones. Descreo, eso sí, de cuántos y cuántas de los presentes siquiera habrían leído el texto de la Ley que se estaba debatiendo. Incluso es cierto que no era un material accesible (simbólica y materialmente) y que su lectura, aunque profundamente pedagógica, requería un nivel de competencias en materia de Comunicación, Historia de los Medios Argentinos, Derecho Comparado, etc. que muchos que estudiamos carreras afines tampoco no teníamos del todo. Aún así, los testimonios desde el escenario, los breves discursos de los numerosos miembros de la Coalición y algunos invitados, las intervenciones musicales muy diversas, la Radio Abierta montada por el Foro Argentino de Radios Comunitarias, hicieron que un trascendental momento de nuestra vida política, quizás hasta generacional, fuera una fiesta (muy poco que ver con el nefasto acto del otro día). Había un clima acorde a los colores de las banderas de los pueblos originarios, que flameaban sus representantes. Una algarabía signada por esa mezcla de individuos de distintos ámbitos y lugares que confluyeron frente al Parlamento. En un momento pensé, saltando entre la gente, que realmente era un día memorable. Que sabiendo de que Ley se trataba -una que no va a hacer la revolución, pero desde mi gramsciana perspectiva abre un mucho mejor espectro de posibilidades para ello- seguía siendo algo que meses atrás me parecía inconcebible. Cuando en la pantalla se vió el resultado de la votación, hay que admitirlo, en ese contexto, después de todo lo leído, lo hablado, lo discutido y lo estudiado en estos meses fue de una emoción enorme, de una ilusión políticamente adolescente quizás, pero aún así necesaria. Sigo dispuesto a discutir cada coma de la Ley, como lo hice en estos meses y sobre todo en estas últimas semanas. Sigo creyendo, también, que este no es el tema fundamental y fundante para nuestra vida política y social si se lo escinde de los problemas reales y profundos del país: el hambre, la pobreza, la violencia de género, la trata de personas, etc. Pero así como hay luchas y reclamos urgentes invisibilizados (el derecho al aborto, legal, libre y gratuito en hospitales públicos), necesitamos una desmonopolización de la palabra, construir un nuevo sistema de medios -construirlo nosotros- que recoja esta otra agenda, que es la que realmente vale la pena para cambiar algo en este mundo.
PD: Quedará para otra ocasión la revisión del texto en su parte técnica, en su dimensión burocrático-política, entre múltiples aristas que tiene la cuestión. Una de ellas, reveladora, es el rol que los medios y los trabajadores de los medios asumieron durante todo este proceso.
Juntos unidos triunfaremos
jueves, 8 de octubre de 2009
Percustein
miércoles, 7 de octubre de 2009
La República y lo bello
Horacio había pedido un escenario redondo. Allí estaba con unas tenues luces rojas que, a través de la filmación reproducida en las pantallas distribuidas por la Avenida de Mayo, mostraban el círculo que dialogaba con el entorno, la gente y la concepción del Palacio Barolo. Un acierto que ahora lo escribo como punto de partida, pero que fue el último detalle para concluir la sensación de esa noche. Sobre la fachada del Palacio había proyecciones con motivos del Infierno, Purgatorio y Paraíso de Dante. Espectros, figuras, colores. Como ven, nada de lo que pueda decir da cuenta de la magnitud de lo que ocurría. Cambiemos de perspectiva.
Llegué ya empezado el recital. Apenas unos minutos. Por lo que mi inserción fue abrupta y tímida. Había público de pie, pero la mayoría estaba sentado. Desde la esquina no se llegaba a ver dónde pasaba la cosa. Tuve que acercarme para reconocer a Horacio en medio de la fogata lumínica. Esa luz irradiaba sobre un público anónimo y sombrío que hacía de agua tranquila, hacía de río con claro de luna. Había también pantallas. Había también un congreso de fondo, apenas escondido detrás de la gran bandera argentina. Había pantallas. Había ventanales de oficina. Había ventanas familiares que traían un sonido hogareño. Y estaba el Palacio, casi violado por una estética que no era la suya, pero que no le disgustaba. Está viejo, pero guarda su clase. Es de sangre azul. En decadencia. Él también está incómodo, no sabe si es anticuado ante tanta velocidad global o nos tira en la cara la miseria de lo efímero. Se bancó una noche no pensada para él. Dante pensó una cosa del Infierno, Barolo otra y nosotros ahora tenemos nuestra apropiación. De eso se trata un Bicentenario, recordar algo para olvidarlo e inventar un nuevo pasado.
A todo esto, tocaba Horacio. Hablar de su ejecución no me pertenece. Es más, en este caso no importaba. La música invadía los ventanales, el asfalto, los ojos, el palacio, el congreso, la bandera, la noche. Se derramaba sobre ese agua tranquila de la gente, pero se derramaba con la intensidad de la mar. El piano sacudía a veces suave, a veces arremetedor los cuerpos.
De fondo seguía el Congreso y la bandera. Y no se entendía. Había algo que molestaba. Como esos errores que vemos y no vemos. Que vemos y no reconocemos. Algo molestaba. Más que molestar, inquietaba. Había algo que irrumpía con el equilibrio que imponía Horacio y su piano. No era el palacio y sus proyecciones. No era la luz de la avenida que había sido cortada. No era el público. Había pasado mi ingreso tímido y abrupto a la velada. Luego de ese lapso de múltiples percepciones, la razón pedía un respiro. ¿Qué pasaba esa noche? ¿Qué conmovía no ya el oído, sino los ojos? Y era eso. La ciudad. La República.
Todo había sido dispuesto para que Horacio tocara. Se apagaron las luces, se cerraron las calles. Pero no se pudieron detener los semáforos. Y ahí volví. Eso era. Estaba en el centro de la Ciudad, en el kilómetro 0 de la República. El semáforo, creación de y para la ciudad, emblema de la movilidad, del frenesí, de la ley, del orden. El semáforo pasaba del verde al amarillo, del amarillo al rojo. Máquina no comandada por un chofer. Es la instalación más impersonal y más autoritaria de la ciudad. Pero su autoridad no me preocupaba. Por él entraba la ciudad. Y por la ciudad, la República. Entonces, también descubrí que pasaba el subte, el más viejo de Latinoamérica. Y ahí las sensaciones temblaban. Los pies se sacudían. Y así fueron chocando otras sensaciones. El ruido de la cocina, el llanto chiquilín, la persiana oxidada del almacén en medio de Beethoven. Y todo era lo que suele ser, pero tenía otro calor: lo bello.
Eso molestaba. Lo bello. El Bien platónico. Desde el escenario lo bello inundaba al público, la calle, la plaza, los edificios. Lo bello inundó un espacio otro. Un espacio que perdió su sentido de lo bello. Esa avenida, mediación entre la Rosada y el Congreso, parece el cadáver de lo bello. No lo digo por cuestiones coyunturales. No pienso de ese modo. Pienso en el Palacio Barolo, que sí tenía una idea de lo bello y, por ende, de la República. Pienso en el Congreso, también con una idea del Bien. La música volvió a ser luz, en un ambiente que perdió su destino en su circulación cotidiana. Se corrió del tiempo, para entregarse a cada mañana, a cada trajín. Horacio un sábado tocó Beethoven. Tocó también las danzas de Ginastera. Tocó “Mi Buenos Aires querido”. No se trata de una cultura de elite, entonces. Y su ejecución (ahora sí lo digo: perfecta) también contrastaba con lo efímero del arreglo de baches. Buscar la armonía, derramar lo bello, encontrar el Bien. Ese aluvión pasó por Avenida de Mayo el sábado. Un poco de alegría. Un poco de angustia. Saber que no hemos sido. Saber que algo hemos perdido. Esa noche, la del sábado republicano, fue una ficción de nuestra utopía. Unas horas fuimos el sueño schilleriano, de una estética que haga mejores hombres y, entonces, otra realidad; la ilusión platónica de un gobierno armónico. Fuimos felices con la República que no somos, con la que somos, con la que deseamos. Esa noche fuimos felices en la República que nos hemos negado.
martes, 6 de octubre de 2009
Darling, juguemos al TEG
The Guardian, by Larry Elliot desde Estambul
Aquí, la nota original y completa en inglés.
Aquí su traducción.
Alistair Darling rechaza el pedido para que el Reindo Unido pierda su lugar permanente en el FMI
Alistair Darling se negó rotundamente a ceder el asiento de Gran Bretaña en el consejo del Fondo Monetario Internacional, cuando se resistió a las peticiones de política económica para los países emergentes.
El Ministro de Hacienda dijo que respaldaba los planes para dar a las naciones emergentes un mayor papel en el funcionamiento de las instituciones financieras internacionales, pero insistió en que la reforma no vendría a expensas del Reino Unido.
Haciendo hincapié en que Gran Bretaña había desempeñado un papel fundamental en los esfuerzos para evitar la depresión mundial, Darling rechazó las propuestas estadounidenses de reforma que debilitarían la influencia de las naciones europeas.
“El FMI tiene necesidad de reformas”, dijo Darling antes de una reunión de ministros de finanzas del G7 en Estambul. El G7, que incluye a los EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Japón y Canadá, hizo público un comunicado advirtiendo que la recuperación económica mundial sigue siendo frágil y que no sería prudente elevar las tasas de interés o reducir los déficit presupuestarios prematuramente.
Darling dijo que el G7 y el FMI estaban siendo suplantados como principal foro internacional para las decisiones de política económica en pos del G-20, en la que todas las grandes naciones en desarrollo, incluidos China, India y Brasil, tienen mayor injerencia. Pero él dijo que Gran Bretaña no tenía intención de permitir que su influencia en el FMI fuera menor.
“Es un absurdo continuar con una situación en la que la representación se inspira en la realidad económica de la inmediata posguerra en lugar de aquella de principios del siglo 21”, agregó Darling.
“Pero los que hacen importantes donaciones y contribuciones para el Fondo Monetario Internacional deben seguir siendo representados. El principio de no tributación sin representación es tan cierto hoy como cuando fue acuñado por primera vez. Somos uno de los mayores donantes para el FMI. Creo firmemente que tenemos que estar representados”.
Darling informó anoche que Gran Bretaña y Francia contribuyeron cada uno con $ 2 mil millones en préstamos a un fondo fiduciario del FMI para los países más pobres del mundo. Representantes de Hacienda insistieron en que el movimiento no estaba vinculado a la determinación de Londres y París para mantener sus asientos en el Fondo.
Darling dijo que el problema más acuciante era la fragilidad de la economía mundial. “La constitución es muy importante, pero lo que yo quiero es que el FMI tenga en mente cómo podemos clasificar este problema más que tener una debate constitucional”.
Los norteamericanos han sugerido que el número de asientos en el directorio del FMI se redujera de 24 a 20. Washington cree que Europa, que tiene ocho de los 24 escaños, debería renunciar a una parte de su representación. “No percibí mucho mercado para esa idea”, dijo el ministro.
lunes, 5 de octubre de 2009
¿Se puede?
Se puede decir haitianización.
"Martínez consideró que enviar a los militares a vivir a los pueblos de la frontera no resuelve el problema y calificó como un allante el plan que anunciaron en ese sentido las Fuerzas Armadas.
Mientras que el Alto Comisionado de los Derechos Humanos, Porfirio Rojas Nina, entiende que la solución es enviar a esos haitianos a su país, pero mediante un acuerdo entre los gobiernos de Haití y República Dominicana, para que se produzca una salida lenta y pacífica, sin violentar sus derechos." Por el Listín Diario (República Dominicana).
domingo, 4 de octubre de 2009
La hora de la verdad
Te la canté
Tatán tatán..........
"Con el conflicto en Kraft, la izquierda busca protagonismo".
La foto es muy similar a la que expuse ayer.
By Clarin
"El rol protagónico que adquirió la comisión interna de Kraft en un conflicto que arrastra ya más de un mes y medio y que mantiene en alerta máxima al Gobierno, a los empresarios y a la CGT, sacó a la superficie el creciente rol que están teniendo los partidos de izquierda dentro de las empresas.
Tanto el Partido Obrero (PO), como el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC) vienen ganando protagonismo dentro de las luchas internas que se dan con las patronales. Y pese a sus diferencias de origen y, en muchos casos, de entender la política, se muestran unidas en dos aspectos: desprecian a la "burocracia sindical" a quien acusan de cómplices de las autoridades de las compañías, y consideran que el piquete es el método más efectivo de protesta". La nota entera, acá.
sábado, 3 de octubre de 2009
Trae la sidra, el champagne es para ellos
¿La Ciudad y su Sr. M. estarán pensando en una independencia? ¿Es la victoria citadina un gesto a lo nacional? Pero como ellos son los mais grandes, entienden una victoria citadina como nacional. La sonrisa dura de uno, constrasta con el llanto de otro. Falta, nos falta...
Kraft
Gracias Clarin.