No se debe a nada en particular. Se debe sólo a la letra, una parodia del tango. Creo que, ahora, sé por qué esta referencia en este día. No es el tango. No es la lluvia. Es la parodia. Son las tardes en las que la memoria juega a tomar por asalto los recuerdos y el día los da vuelta, los ridiculiza. Los años llevaron a carnavalizar experiencias y aquí estamos, del otro lado, del lado oscuro.
Justo el treinta y uno (de E. Santos Discepolo)
Hace cinco días,
loco de contento
vivo en movimiento
como un carrusel...
Ella que pensaba
amurarme el uno,
justo el treinta y uno
yo la madrugué...
Me contó un vecino,
que la inglesa loca,
cuando vio la pieza
sin un alfiler,
se morfó la soga
de colgar la ropa
(que fue en el apuro,
lo que me olvidé...).
Si ahorca no me paga
las que yo pasé.
Era un mono loco
que encontré en un árbol
una noche de hambre
que me vio pasar.
me tiró un coquito...
¡yo que soy chicato...
me ensarté al oscuro
y la llevé al bulín!...
Sé que entré a la pieza
y encendí la vela,
sé que me di vuelta
para verla bien...
Era tan fulera,
que la vi, di un grito,
lo demás fue un sueño...
¡Yo, me desmayé!
La aguanté de pena
casi cuatro meses,
entre la cachada
de todo el café...
Le tiraban nueces,
mientras me gritaban:
"¡Ahí va Sarrasani
con el chimpancé"!...
Gracias a que el "Zurdo",
que es tipo derecho,
le regó el helecho
cuando se iba a alzar;
y la redoblona
de amurarme el uno
¡justo el treinta y uno
se la fui a cortar!
Si gustó, se puede escuchar acá.
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