Unos grosos.
“Cada día nos vamos inventando –concluye Juan Ruy Cosín–, porque como grupo queremos funcionar de una forma distinta a las que conocemos. Partimos de la base de que cada integrante tiene algo que aprender del otro, y por eso nos gusta trabajar entre nosotros (y con quienes se dé la ocasión) con intercambio no monetario. Por otro lado, dentro del grupo no tenemos una estructura verticalista, ni tampoco nos gusta tomar las decisiones por mera mayoría, sino lograr una real conciliación de opiniones. Esta forma de trabajar nos presenta dificultades cotidianas, no es ni lo que aprendimos ni a lo que estamos acostumbrados, pero es en lo que creemos, y lo que queremos para nosotros como grupo, transformándonos a nosotros mismos.”
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