sábado, 20 de marzo de 2010

Hace rato

Hace rato no subía una foto de ballenas. No las tengo olvidadas. Simplemente la corriente de aire caliente nos llevó a otras costas, con otras ballenas, huyendo de los cazadores japoneses.
A veces las extraño. A veces siento que están en mi bañadera, que queda a unos pasos de mi cama. Sí, de noche las escucho cantar. O ese sonido, que se parece a un grito de insjuticia. Por qué ballenas. Por qué tan azules, tan grandes, tan tranquilas. Andan por ahí, como si su vida fuera una detención. De qué movimiento hablamos? Las ballenas se mueven? O son flashes, relámpagos en el medio del océano, que irrumpen en el paisaje del mar y entonces nos hacen dar cuenta de que en el horizonte algo vivo hay. Rompen con la inmensidad. Detienen, y con eso, marcan un ritmo. Proponen una temporalidad, que no es la infinita del mar. Ballenas de aquí, ballenas de allá. Parecen estar solas. Andan en grupo, pero el agua siempre parece un lugar incomunicable. Más que gestos de buzos. Y si se pudiera hablar con burbujas? Y si en lugar de volar, volviéramos a los mares? Ellas nos aceptarían? Porque hay territorios inescrutables. Que ellas tampoco conocen. Por algo será. Admiten límites. Hasta ahí no bajamos, hasta ahí no subimos. Amenazan en cada salto, en cada opereta, con volverse parte del show. O es que quizás ellas quieran ser como nosotros? No sé, para qué. O acaso el mar es un lugar insoportable? Quizás quieran escapar de ese dominio. Quizás. Hay muchos instantes donde la naturaleza y el humano (porque parece que ya no lo somos) nos reunimos. En los saltos, en las sumergidas, en discovery. Hoy tengo una noche discovery. Me siento mal, por querer hacer todo. Ahí me llaman, están salpicando. Ya voy, linda. Le digo. La ballena calla. Ahí voy. Ojalá haya algo de ballenas en discovery.

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