Traducir también es una conjetura. Los mitos-ideas que se conforman como explicaciones sobre el mundo y sus fenómenos se enuncian bajo la forma del “si x fuera tal, entonces ocurrirá y”. Estructura hipotética del “érase una vez” de Propp. Benjamin habla en “La tarea del traductor” de una lengua originaria, asignificante, donde está el tesoro de los significados. Hacia allí va el traductor cuando pasa de una lengua a la otra. Pero previamente, al reconocer los significantes, al leer los textos, se reencuentra con el primer acto de lectura que es la contemplación de las estrellas, una mirada muda. Esta misma lectura de las cosas es la que inicia el mecanismo de explicaciones, las racionales y las míticas. La angustia ante la tragedia parece activar la noción de fin, de télos. Es un (pre)sentir la muerte, la propia y la del otro, que es una.
La muerte que supone el final no podría medir todo su alcance sino convirtiéndose en responsabilidad hacia el prójimo, por la cual, en realidad, nos hacemos nosotros mismos: nos construimos a través de esa responsabilidad intransferible, no delegable. Soy responsable de la muerte del otro hasta el punto de incluirme en la muerte. Levinas (2008: 57).
Casandra en Troyanas tanto como en Agamenón sabe de su muerte, pero no puede sino decirla atada a la del Átrida. Su muerte, irremediablemente, está esclavizada al destino de otra fatalidad. En este punto, La jetée y Twelve monkeys también recuperan este significado del mito-idea. Ambas parejas reconstruyen su inicio a partir del final y, en ese proceso, recorren un argumento, una vida. Es en la antesala de la muerte, sobre escena, donde Casandra pone en orden los acontecimientos, los narra. Lo mismo ocurre con los films: un recuerdo que se actualiza y cierra el relato. Sea cual fuera el télos, estas traducciones del mito-idea Casandra delatan la idea misma del mito como narración. En la misma dirección de Lévi-Stauss cuando dice sobre Mitológicas “Así este libro sobre los mitos es también, a su manera, un mito” (15), Casandra sería el mito del mito-narración, una suerte de teoría mítica del mŷthos. Casandra es una voz que accede a la totalidad del tiempo y los sucesos y allí crea una historia. Su compromiso con la muerte del otro, enlazada a la propia, o sea el fin de mi semejante, la civilización, hace que ese relato individual devenga colectivo y así otorga un sentido a su final.
La muerte que supone el final no podría medir todo su alcance sino convirtiéndose en responsabilidad hacia el prójimo, por la cual, en realidad, nos hacemos nosotros mismos: nos construimos a través de esa responsabilidad intransferible, no delegable. Soy responsable de la muerte del otro hasta el punto de incluirme en la muerte. Levinas (2008: 57).
Casandra en Troyanas tanto como en Agamenón sabe de su muerte, pero no puede sino decirla atada a la del Átrida. Su muerte, irremediablemente, está esclavizada al destino de otra fatalidad. En este punto, La jetée y Twelve monkeys también recuperan este significado del mito-idea. Ambas parejas reconstruyen su inicio a partir del final y, en ese proceso, recorren un argumento, una vida. Es en la antesala de la muerte, sobre escena, donde Casandra pone en orden los acontecimientos, los narra. Lo mismo ocurre con los films: un recuerdo que se actualiza y cierra el relato. Sea cual fuera el télos, estas traducciones del mito-idea Casandra delatan la idea misma del mito como narración. En la misma dirección de Lévi-Stauss cuando dice sobre Mitológicas “Así este libro sobre los mitos es también, a su manera, un mito” (15), Casandra sería el mito del mito-narración, una suerte de teoría mítica del mŷthos. Casandra es una voz que accede a la totalidad del tiempo y los sucesos y allí crea una historia. Su compromiso con la muerte del otro, enlazada a la propia, o sea el fin de mi semejante, la civilización, hace que ese relato individual devenga colectivo y así otorga un sentido a su final.
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