Responden un mensaje en una botella 33 años después en Facebook
Una usuaria inglesa de la red social se contactó con Olivier Vandewalle, quien de niño dejó una carta en una botella en el mar;
Es terrible. Ya ni las fantasías quedan. Que alguien hiciera lo imposible (responder un mensaje enfrascado y tirado al mar) y que ese medio no existiera por entonces (fachibook) dice dos cosas entre tantas otras: que cambian las fantasías y que ese lugar nos queda cada vez más lejos. Si había algo que no era público, común, compartido, era "lo secreto", ese lugar de la imaginación egoísta pero que forma la subjetividad única (pues nadie repetirá los secretos de otros, de todo el mundo; por lo menos no podríamos contrastarlo porque sino los estaríamos compartiendo). Pero lo secreto forma parte, precisamente, de eso que no sa ben todos, o nadie, de nosotros. Incluso, lo que no sabemos ni de nosotros. Ahora que cualquiera conozca por medio de fechibook -y de nuestra voluntad- nuestro culo o con quién garchamos, o qué preferimos o de qué somos fan, lo secreto nos queda cada vez más lejos. O más cerca. Digamos que si nuestra conciencia necesita liberar la "carga" de los secretos, en otro tiempo, con otra intimidación social y otros medios no tan impunes, la cuota de liberar secretos era menos caudalosa. Ahora bien, cualquier pibe de 20 años ya casi liberó su carga de secretos. Por lo que quedan dos opciones: una liberación frenética, incontenible, o la creación incesante de secretos. Lo que nos lleva más cerca de nuestros secretos, entonces, esos que otras generaciones nunca llegaron a liberar. O bien seremos unos individuos totalmente liberados, o bien nuestras cabezas producirán secretos cada vez más profundos y más díficiles de liberar.