viernes, 30 de diciembre de 2011

Feliz año, uno más, uno mejor

Ballenas queridas, este año, será mejor, esperamos, para todos, esperamos. No porque haya sido malo este, sino porque los desafíos son la voluntad de los aventurados.

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martes, 27 de diciembre de 2011

El presente

Ronald Denis, dirigente venezolano del Movimiento 13 de abril, estuvo en Buenos Aires unos días. Esto es un adelante de lo que se viene.
El presente del 2001, del 27 de febrero de 1989, el Caracazo, los usos y negociaciones de la memoria.
En las profundidades, las ballenas siguen con su curso.


miércoles, 21 de diciembre de 2011

Odisea 2001

Biografía de un pibito de Villa Devoto. Ocurría ese calor incomprensible, inabarcable como son los diciembres en Buenos Aires. El pesimismo medioclasista de mi viejo, siempre atento a los clamores de la crisis, de los medios, de los fantasmas de la hiperinflación que un gobierno corrupto y el neoliberalismo más siniestro había apagado con la oculta trama de desabastecer a todo un país. El desierto, el calor, la sed y el hambre. Mi casita, en devotito, mi barriecito, protegido por el medioclasismo lava autos y vacaciones en Miami. Mis padres me llamaban de sus trabajos para que no saliéramos de casa con mis hermanas, que estaban por declarar el toque de queda. Había que quedarse en casa. Había que quedarse, y si salíamos, llevar el documento como en la época de la dictadura. El peor de los panoramas. El terror de volver a los tiempos en que el orden se paga con el cuerpo. Había que quedarse en casita. El macdonalds del barrio lo estaban quemando. Estaban quemando gomas en Beiró y Lamarca. Mi barrio que era un pueblo, ahora se estaba llenando de negros y de fuego.
Desde mi cama veía la televisión. La inseguridad, la crisis, el riesgo país. No entiendo nada. Qué pasa. Veo gente que saquea, no hay otra palabra, veo gente cagada de hambre. Veo. No sabía. No me habían dejado saber. En qué país vivo. En qué realidad vivo. Esos días estuve en la cama, viendo cómo todo se movía, viendo que yo no me movía. Cuál era mi lugar en la historia. De qué lado estaba. Por qué no podía salir de mi casa. Por qué no me dejaban salir y mover.
El pesimismo medioclasista y el rencor gorila.
Desde mi cama, llegada la noche y al rumrum de los metales, en voz baja, para que no me escucharan mis viejos, cantaba que se vayan todos que no quede ni uno solo.