miércoles, 30 de septiembre de 2009

El lado B

El lado B de la espalda. Si la espalda ya es un otro, es un doblez de nuestro cuerpo, de nuestra imagen, ¿qué es el lado B de algo que ya supone una contracara? ¿Es volver al principio o implica una tercera dimensión, donde la segunda faz escapa, al mismo tiempo, de su origen y de su fin? La espalda, como llanura epidermis, se sabe no causa, sino consecuencia. La espalda, revés de la fachada, puede ser particular y común. ¿Cuántas espaldas podemos reconocer sino con las que dormimos? ¿Es pornografía soft regalar espaldas a observadores anónimos? ¿Es pornografía de nuestro desconocido? No hay casi en ninguna de las fotos más que una intención de mostrarse con cierta timidez, cierta inseguridad, pero con la certeza de “acá estoy con mi otro”. Espaldas feas pueda haberlas. Las hay. Pero sabemos que la espalda, a diferencia del frente, resulta inofensiva. La espalda no es falsa. ¿Tiene muecas la espalda? ¿Cómo saberlo? Sólo lo sabremos a la mañana cuando nos levantamos y la tenemos ahí, de espaldas, tapada, desnuda, escondida. La recorremos como la pampa, lisa, lenta, nostálgica y durmiente. Claro, la espalda es la puerta a esa dimensión inconexa. La vemos desde la cama, caminando en la habitación, yendo al baño, recostándose o durmiendo. Sobre la espalda, la propia y la ajena, descansamos. Por ella, entramos al lado B, al dulce y temido sueño.

Acá, el blog del lado B y sus espaldas.

Santa María Purísima Calidad (El regreso)

Víctor Hugo, QUE NO ES KIRCHNERISTA, se llevó puesto a Longobardi, a Clarín, TN y, de paso, a Estenssoro, la defensora de nuestra Santa María Purísima Calidad. Entre otras cosas, dijo: “Vi estimular [a Clarín] un periodismo guarango, un periodismo de protección, un código mafioso”. Los argumentos: acá y acá editados; completo acá.

Sorpresa

De ciertos instrumentos no esperamos protagonismo. Como de una chica que no miramos apenas entró, sino a la amiga. Algo parecido ocurre cuando elegimos un plato de la carta. Bueno, al pandeiro nunca le hubiese pedido nada. Ahora voy a pensarlo dos veces.
Con ustedes Scott Feiner.

Gracias MDC!

Happiness

Ayer fui a ver el 99 Niceto de Dancing Mood. Cuando se lo conté a unas amigas, me miraron con la cara de “sos lo menos” y detrás “qué grasada”. Bueno, sabemos que alguna gente a cierta edad y de cierto escalafón social teme por no caer y sufre el ascenso. Es cierto, los pibes bailan en cuero y hacen pogo. Las pibas resucitan su pioja de adentro. ¿Realmente importa? Sabemos que ellas no hablan de ejecución ni de propuesta, hablan desde el gusto clasista. Si fuera por ejecución, pocos son los lugares en la city para ir a escuchar algo en vivo. Pero a Dancing hay que ir a bailar. regalan alegría. Sacate la careta y anda el sábado a Humboldt y Niceto a festejar los 100, que la felicidad desborda.

martes, 29 de septiembre de 2009

País bananero

La economía crecerá 3% en el 2017
Por Luisa García Pelatti (El Vocero)


Lograr que la economía crezca 3% en el 2017, reducir la tasa de desempleo a 10% y crear 260,000 empleos son los objetivos principales del plan de desarrollo económico del que el Gobierno dio ayer más detalles. El plan, que se denomina Modelo Estratégico para una Nueva Economía (MENE), es un buen esfuerzo opina el economista Diego Iribarren, profesor en la Universidad de Puerto Rico, aunque cree que se debe elaborar un poco más y que el objetivo de crear 260,000 empleos está sobrestimado.

La nota, acá.


Esto es de Puerto Rico. ¿Preguntarse por el 2017? ¿Consultar a la Universidad? Según el calendario maya, en el 2012 se acaba el mundo. Me dije qué bananeros, ¡2017! ¿Lo seremos nosotros que apenas pensamos en el 2011?

Vamos pescando para vivir

Hace unas semanas (un jueves de tormenta furiosa) fuimos con unos amigos a escuchar Folkloreishon. Sonaba en la Peña del Colorado. Díficil es escuchar algo en un restaurant (se come de lujo), más próximo al new age turístico que a una isla campera inmersa en la city. Por eso, difícil es decir cuán ajena sonó la música de Folkloreishon y cuánto se debe al espacio (mozos, platos, olores, cocina, un ambiente irrisorio al lado del escenario que se lleva todas las melodías). La luz tampoco ayudaba a consolidar esa conexión necesaria entre el oído y los instrumentos. En fin, esa noche copiosa poco contribuía a los Folkloreishon, a quienes les sobra talento y espero una segunda oportunidad de su impecable ejecución. En eso, inaugurada la peña propiamente dicha, en medio del diluvio desenfrenado, subieron al escenario la voz de Argüello y la guitarra de Magud (hasta ese entonces desconocidos para mí). No voy a decir mucho sobre ellos. Es mejor escucharlos. Argüello y Magud sí pudieron imponerse sobre aquel obstáculo ambiental. La intensidad de la voz llevó al olvido la cocina, el vecino, la luz, y nos trajo también del olvido algo que aún hoy no termino de concluir: ese aire de lo común que no conocemos pero intuimos de una memoria colectiva que atraviesa nuestros cuerpos. Amigos y amigas que compartían la mesa coincidimos en que, por un momento, estuvimos en otra vida, en una juventud que había pasado pero no vivido, en un suelo que no habíamos pisado. Habíamos suspendido la respiración para no distorsionar la musa. Cantaron “Oración del remanso” y ahora, que la escucho otra vez, no sé si es que vuelve la emoción de esa noche o es la voz de todas (ellas) que, cada tanto, nadan a mi oído.

Agua del río viejo
llévate pronto este llanto lejos
que está aclarando
y vamos pescando para vivir


lunes, 28 de septiembre de 2009

Santa María Purísima Calidad Reloaded

Era de esperarse. Finalmente, TN sacó un spot con la Estenssoro. Por suerte, no reprodujo su vacía participación de la primera Comisión, sino una entrevista de unos de sus programillas (creo que era “El juego limpio” que conduce Nelson Castro). Y, también por suerte, evitó referirse a la calidad (¿habrán escuchado los ecos balleneros?). Sí insistió repetirse. Le sigue preocupando que la Ley no haga mención al “periodismo”, porque, según ella, este Gobierno le tiene miedo a la prensa. ¿No le pegan de todos lados a la presidenta y a sus ministros? ¿Expropiaron algún medio como hizo Chávez? En una coordinación no premeditada y cansado de TN, seguí con el zapping presiesta y me encontré a la Grandota Legrand que compartía la mesa con Pachano (nuevo juez tinellesco), Reina Reech y Ventura (secuaz de Rial). Éste último llevaba la pulsera verde como símbolo de apoyo a la ley de medios (la cámara le hacía primer plano cada vez que hablaba). Era un defensor, pero esos de los malos, peor que Cáceres de Boca. Una mejor defensa hubiera sido que no opine. En tanto, la Reech dijo, sin digestión alguna: “lo que quiere el Gobierno con esta ley es un chavismo”. Sin estrategia alguna, bombardean desde todos lados. Tapémonos que volvió el frío y durmamos la siesta.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Las ballenas y los hombres


La danza de las ballenas. Por Clarín. Se nos vienen.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Santa María Purísima Calidad

Hoy ha pasado la primera comisión en el Senado de la ley de Medios. El señor Comfer y los televidentes sufrimos las preguntas de algunos senadores (en general, radicales) durante 9 (sí, NUEVE) horas. Bien por TN (Todo Nentiras) por transmitir casi de forma ininterrumpida la comisión. Creo que esperaba que algún senador diera un golpe de nocaut y pudieran usarlo para esas travestidas promociones que hablan en nombre de la verdad. Bien y mal por la Televisión Pública (ex Atecé) por transmitir también la comisión, pero cortar con resúmenes cuando llegaban ciertas preguntas inquietantes (pero eso es propio de las pequeñas paranoias que constituyen el poder). Supongo también que el ex Atecé no podía no emitir parte de su programación. Pero todo esto son conjeturas. Vamos a la cuestión. Como podrán imaginarse, ni yo (sólo lo hice con interminencia) ni nadie, excepto nuestro señor Comfer, puede tolerar 9 horas de números y artículos. Aunque suene quejosa, es lo mejor que le puede pasar a la ciudadanía: el debate. Pero si hay debate, que sea con cordura. Porque criticar es fácil y preguntar boludeces más. Después de las NUEVE horas de debate, la senadora María Eugenia Estenssoro (Coalición Cívica), a quien guardaba cierto respeto, osó preguntar, como si no hubiese leído el proyecto ni escuchado las NUEVE horas de comisión, que le preocupaba que en el proyecto no estuvieran las palabras “periodismo” ni “prensa” seguidas de un concepto tan peligrosamente arbitrario: la calidad. A la senadora le preocupaba la calidad del periodismo, algo que no estaba escrito en el proyecto. ¿De qué calidad hablás, nena? ¿De la calidad de los medios como Clarín? ¿Acaso la competencia no estimularía la calidad? ¿Y no es el proyecto de este proyecto mejorar la competencia en el ámbito de los medios y, en consecuencia, la calidad? La Santa María Purísima Calidad. Después de NUEVE horas de debate, preguntar por la calidad! Muchacha ojos de clarinete. Y, como si fuera poco, insistía con una preocupación barthesiana. “Supongo”, dijo la atrevida, en la norma para el teatro (acá pierdo literalidad) en algún lado debe estar escrita la formación de los actores. ¿Qué? Bueh, sí, es todo lo mismo, ¿no? Y si ponemos muchos teatros, habrá más escuelas, más profesores, más actores, más público, más crítica, más representación, más competencia y más diálogo. No hace falta escribir actores. La calidad decanta. El señor Comfer, ante tal conocimiento cultural y preocupación barthesiana de la Estenssoro, gambeteó y dijo no tener presente lo de los actores y los teatros. No es de su competencia, claro. La calidad de la senadora siguió de largo.

Recibamos al redentor


Entre nosotros hay un nuevo Walter Benjamin, traducido por Julián Fava y Tomás Bartoletti, y editado por Las cuarenta.
La selección incluye "Para una crítica de la violencia", "Teorías del fascismo alemán", "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica" y "Tesis sobre filosofía de la historia". Ah! y desde Berlín, el prólogo de Ralph Buchenhorst "Mesianismo y vida cotidiana".

domingo, 20 de septiembre de 2009

Gente de la cultura

La ciudad está en las vísperas de un nuevo Festival de Teatro. Al igual que los otros festivales porteños de cine, tango, etc., etc., que se vienen realizando hace ya unos cuantos años, desde julio estuve expectante por las obras que estaban por llegar. Googleamos. Nada. Sólo el anuncio de la convocatoria para el concurso nacional que había terminado en abril (y yo estaba paseando por www.festivaldeteatroba.gov.ar en agosto!). En fin, un primer mal síntoma.
Llegó el sábado 12 de septiembre y en los diarios hubo un aluvión de notas. Bla, bla, bla. Y las ventas empezaban ese lunes 14 en la Secretaría de Cultura de la Ciudad (Av. de Mayo y Plaza de Mayo) y por interné. Era de esperarse: la venta online no funcionaba ese lunes a la mañana (y, como sabemos los habitués del festival, las entradas vuelan). A la salida de la estación del subte A, una escandinava promotora empleada (¿temporal?) por el Gobierno citadino acusó que estaba funcionando hasta “recién”. Había tomado, como hombre de la cultura, la determinación inquebrantable de ir con el cuerpo a comprar las entradas de un festival que no promete lo que el último. Pese a las calidades disímiles, la edición anterior trajo entre otras a Lés Épehémères (cuestionada, pero había que verla), Zero Degrees, Kagemi y otras. No importa, esperaré dos horas a la sumo, pensé. Como hombre de la cultura debo ir, dije.













Kagemi

Allí estuve con otras 50 personas no más 5 horas (sí), esperando. Como suele suceder en este tipo de congregaciones signadas por un interés común, gente que nunca se hubiese puesto a charlar empezó a hablar. Bichos raros, digamos, para una foto simbólica: un jubilado, un oficinista con vocación de crítico teatral, una profesora universitaria, una estudiante de actriz y un director de teatro. Esa foto representativa del público del festival no fue captada por la fotógrafa que daba vueltas por ahí. Ella fue contratada para retratar “la exitosa convocatoria”: apenas una fila amuchada en la puerta de la Secretaría. ¿50 personas en una sola boletería y sin que funcione la interné? En las ediciones anteriores había 6 puntos de venta distribuidos por toda la ciudad y había colas más largas! Para esa foto convocante, detuvieron la venta así se acumulaba la gente. En fin. Éramos los que estábamos. En eso, me empezó a hablar el oficinista con vocación de crítico, un trajeado de casi 60 años. Su frase introductoria: “Este es el sacrificio de la gente de cultura”. Sus palabras escondían una tradición nefasta: ¿qué es cultura? Pero como sabía que no lo decía desde el conocimiento, lo tomé como un aperitivo para esas largas 5 horas. ¿Qué pensaba la gente de cultura? El jubilado participaba paulatinamente de la charla. Y empezó una carrera, alentada por el oficinista, de quién había visto a qué actor o qué obra en Buenos Aires y otras ciudades. Resulta que cada cinco frases y ante la queja colectiva por la espera, castigaba con sus “la gente de cultura”, “el sacrificio de la gente de cultura”, “la fiesta de la cultura”. Difícil, pero pude tolerarlo más por una vocación antropológica que por otra cosa. La cola avanzo 5 metros en dos horas y el amigo oficinista fue contándole el mismo verso de la cultura a la profesora, a la actriz, al director, al perro. “Porque nosotros somos gente de la cultura”. Pobre hombre, después de cuatro horas de cola no pudo esperar más y se nos fue (porque en esa instancia de la jornada ya lo queríamos, ya lo necesitábamos, ahora lo extrañábamos). Se nos fue con un “perdónen por la lata” escapando por el costado de la boca. Se fue el hombre de la cultura.
El otro hombre de la cultura, el Señor M. (me pongo en jubilada indignada para el noticiero) nos puso a nos, que queremos el festival, en una situación densa. En la comunidad de la espera coincidíamos en que ninguno estaba del todo a gusto con el festival. Que sentíamos cierta traición con nuestras convicciones, bla, bla, bla. El hijo no tiene la culpa de las cagadas del padre. Posiblemente, este festival no sea el mejor, por presupuesto, por concepto, por compromiso de la gente gestora de cultura. Pero al festival vamos igual. El costo de cancelar el festival de teatro habría sido muy alto, como cuando quisieron hacer lo propio con el de cine. ¡Pero si ahora ya ni tienen que crearle identidad, la convocatoria siempre fue mucha, ahora sólo deben ejecutar! No. Detrás de la selección de las obras, del berreta programa de mano, de la ineficaz y ridícula decisión de un solo punto de venta, está el mismo espíritu. Cancelar el festival sería gravísimo, pero pauperizarlo sería menos evidente. Le damos de comer teatro, pero que no tenga gusta a nada. Así hasta que se aburran. Por lo que respecta a la concepción de este festival, todo parece indicar que están desinflando lo que supo gestarse durante más de 10 años. Así, ya no nos parecerá necesario un festival de teatro. Así, ya no lo extrañaremos más y nos olvidemos de él y no nos encontremos más con gente de la cultura.

Bienvenidos al mar!